miércoles, 27 de marzo de 2013

DEL DEFINITIVO TRIUNFO DE LOS MISERABLES.


Acudo una vez más a la lectura atenta de la Realidad, para en este caso reponerme de las elevadas dosis de satisfacción y esperanza que desgraciadamente, hoy por hoy, tan solo la Literatura de Ciencia Ficción me proporciona.
Pero inevitablemente hemos de retornar a la dura realidad, por duro que nos resulte.

 Complejo es sin duda el estado de una sociedad, si necesita apelar a los vínculos de la responsabilidad, como tal vez últimos recursos de cara a mantener inalterables los últimos vestigios de su más que deteriorada realidad.
Porque es a todas luces la realidad, sin necesitar acudir a sus interpretaciones, en pos de evitar que algunos, los más puristas eso sí, como por ejemplo esos alumnos o activistas de Nuevas Generaciones del Partido Popular de Valencia, vean en la interpretación subsiguiente, un vestigio por el que seguir inoculando su veneno en forma de consignas unas veces, y de silencio otras.
Porque sí, llegados hoy, todo hay que reconocerlo, pronto a este extremo; me sorprendo nuevamente habiendo de reconocer al PP la virtud de ser capaz de llevar al extremo (¿cómo no?), la que sin duda era medio propiciatorio del Relativismo, en base al cual y a modo de lección magistral, no ya un Partido Político, sino un individuo en particular, es capaz de defender una consigna, y la siguiente. Tan solo hace falta para ello, como decía mi abuelo referido al vino darle su tiempo.
Al que necesite contexto al respecto, que busque el vídeo de González Pons en el que en plena campaña electoral de las últimas elecciones nacionales, llamaba abiertamente a la más que evidente justificación de la revuelta pública contra (…) dirigentes como Zapatero.

Triunfan los miserables. Tal hecho, como ocurre con las epidemias, o con las grandes catástrofes, se comprueba siempre a posteriori. Se comprueba con las listas de muertos, de desaparecidos. Con los balances de daños, o con el recuento de pérdidas.
La Historia, tal y como ocurre con la mayoría de las cosas importantes de la vida, se muestra ante nosotros llena de ejemplos de cuya observación sin duda podríamos extraer cientos de enseñanzas las cuales, correctamente ordenadas en base a los esquemas procedentes de la otra gran virtud, la experiencia, sin duda podrían minorar las pérdidas.

Pero no, el Hombre, degenerado una vez más en Individuo, prefiere ceder a la tensión de su mal entendido orgullo, y pagar la tasa que supone el porqué, antes que correr con los gastos, sin duda menos gravosos de un por si acaso.

Tan solo desde esa filosofía, podemos tratar, aunque nada garantiza que lo logremos, de comprender la evolución de un proceso que no es que deba su éxito al largo tiempo que lleva cimentándose; aunque efectivamente tal apunte muestra una gran parte de verdad. Pero eso no debe despistarnos ni por un instante del elemento fundamental que nos ha traído hoy aquí. La miserable amnesia en la que España parece hallarse inmersa, desde 1982.

¿Quién es más loco? ¿El loco, o aquél que está dispuesto a seguirle?
Pero al menos la locura, sea ésta definitiva o transitoria, constituye un factor atenuante a la hora de dictar sentencia o juicio propiamente dicho contra alguien presuntamente culpable. En España, tal justificación no solo no es aplicable, sino que tratar de hacerlo, lograría tan solo pervertir aún más el delito.

Aplicados al caso de Europa, hace años que los síntomas son evidentes. Marcada tendencia economicista agravada por un evidente apunte liberal. Demolición ficticia de muros con el único propósito de adelantar fusiones económicas. Desaparición forzada de estructuras morales enteras destinadas a poder diferenciarnos del otro sin el menor género de dudas; han constituido realidades que sin duda alguna, son perfectamente identificables, como lo son tanbien sus consecuencias más directas.

Pero si tales hechos son propensos de análisis, al menos en el terreno europeo, lo son si cabe mediante atributos marcadamente más gruesos, si ceñimos el corsé al busto de España.

¡No se dice este país! ¡Se dice España! Tamaña afirmación, atribuida al emérito y nunca suficientemente valorado ex presidente D. José Mª AZNAR bien puede referir esencialmente lo que hoy y aquí tratamos de denunciar. Algo que se simboliza, y que tal vez se sistematiza, en la conformación de un modelo para nada nuevo, sino que tal y como vemos en el comportamiento de los cachorros del PP ya arriba mencionado, pasa por la indefectible puesta en marcha de labores y acciones abiertamente encaminadas a recuperar logros y ejercicios vinculados a otros tiempos, y puede que casi a otros mundos.
Una vez que las viejas guardias son ya inútiles, el mensaje ha de buscar nuevos horizontes. No puede tratarse de un mensaje nuevo, pues por definición perdería su esencia. Así, en base a un proceso de recombinación, como si de bases nitrogenadas se tratase (no en vano hablamos de un asunto que parece hallarse implantado en el código genético de algunos), el mensaje y sus correspondientes adaptaciones evolutivas, va calando, y calando.

Se han cuidado mucho igualmente de depurarlo. Lastres morales, como los otrora principios fundamentales asociados a máximas cercanas al Nacional Catolicismo, y lindezas por el estilo, han sido convenientemente reabsorbidas, dando por en contrario lugar al nacimiento de nuevos monstruos.

Y es así como poco a poco, protegidos por una excesiva transigencia, reforzada de nuevo en el trauma propiciatorio de la intransigencia de la que ellos hicieron gala en su momento. Alimentados por la miseria que todavía anida en el corazón de muchos, han ido poco a poco escalando posiciones en un sistema que, a modo de organismo excesivamente convencido de su inmunidad, ha sido víctima de la falsa seguridad que proporcionan las vacunas caducadas.

Y es así como hoy hemos de almorzarnos con declaraciones proferidas por lo más cavernario de una casta política que procede del semillero que antaño representaban aquéllos que madrugaban para pegar en campaña carteles de la por entonces Alianza Popular. A propósito, hoy se ha certificado la llamada a capítulo del que por entonces era ya Tesorero de los que hoy son éstos.
Declaraciones en definitiva, que proceden de una larga lista proclive a la caterva cuyo máximo logro político responde por similitud al que convierte a los bivalvos en un manjar tan exquisito, el de ser capaces de aferrarse a las rocas, afrontar los temporales, y salvar las corrientes pase lo que pasa, aunque para ello hayan de alimentarse muchas veces de auténtica mierda.

Contaminación, toxina, detritos en general, que poco a poco van haciendo el que parece es cumplir con su cometido. Cometido que en el caso de un país parece ser el de preparar el terreno y esperar la vuelta del libertador. Aquél que por otro lado a modo de Mesías habrá de impartir Justicia. Una Justicia que a título inexorable pasará por reconocer de entre los gentiles como propios a los que siempre le sirvieron, preparando para ellos, el gran banquete de los elegidos.

Y es aquí, o más bien ahora, cuando nos vemos en la obligación de retomar el discurso del Tiempo. Un discurso que se escenifica en ese largo proceso a través del cual la habilidad de unos, y otras veces la indolencia de los más, nos ha traído a la que sin duda supone la reedición de hechos que para España no son nuevos.
Sin embargo, la inapelable acción liberadora que el Tiempo lleva implícita, ha eliminado cualquier vestigio, los humanos por naturaleza, que de eliminar los materiales ya se encargaron ellos; que nos permitiera identificar como tales, a título de previsión, tales comportamientos.

Porque así, y solo así, podemos llegar a intentar entender ciertos comportamientos, o en otros casos la ausencia de tales.

Las declaraciones de la Sra. Cifuentes. Basagoiti enloqueciendo. El Partido Popular pidiendo la adjudicación de jueces. Tesoreros que se descojonan. O dietas mediterráneas que triunfan en Suiza a base de chorizo español, constituyen el acervo que tan solo a vuelapluma  se me antoja aquí y ahora.
Sin embargo, acudiendo a Tolstoi, no es la existencia de cien malvados lo que hace vulgar a una Sociedad, eso se logra tras el silencio manifiesto de miles.

Y es así que, llegado ya el final de mi exposición de hoy, procedo a desentrañar la duda que arrastramos desde el encabezado. ¿Quiénes somos los miserables? Pues si efectivamente. Todos los que merecemos ser juzgados por estos jueces, confesados por estos Curas, o dirigidos por estos monaguillos.

No en vano, Cada Pueblo hace honor del gobernante que se merece.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.



miércoles, 20 de marzo de 2013

DE EUROPA, DEL IMPERIO ROMANO, DEL SACRO IMPERIO ROMANO-GERMÁNICO, Y DE CHIPRE.


Hace poco más de un año, habilitábamos este mismo espacio para promediar la posibilidad de que Europa, y por ende su predisposición hacia el bien o hacia el mal, estuviera realmente ligada al proceso que pudiera seguir la vinculación de Alemania para con su propio bienestar.
En base a este mismo principio, nuestro exceso de ánimo, o tal vez el hastío que nos provoca el saber, cuando no intuir, el largo tiempo que sin duda habrá de transcurrir hasta que la solución comience a intuirse la solución; nos lleva a mantener firme la esperanza en base a la cual los viejos cánones conocidos serían suficientes para salvar, cuando no para reestructurar, el Sistema en sus concepciones primarias.

Pero hoy, transcurrido el tiempo necesario lógico, al menos para constatar nuestra realidad, o el espacio que guardamos respecto de la misma, nos lleva no obstante a constatar una última realidad, la que procede de comprender que ya ni siquiera los actores se comportan en consonancia con los papeles que una vez les fueron asignados.
Los cánones han dejado de ser útiles.

Hemos de acudir entonces, una vez más a la Historia, no para promediar el estado de las cosas, sino más bien para ubicar a los protagonistas, y el papel que estos juegan, respecto de la misma.

Y es así como comprobamos la evolución de las cosas, hasta conformar un punto basado en un hecho que, desgraciadamente, parece comprobarse una vez más. La certeza que procede de saber que el concepto de Unión Europea es, a todas luces, y ahora más que nunca, un vulgar eufemismo.

Europa es mucho más que una mera unidad geográfica. Desde la Grecia Clásica hasta el Imperio Romano, pasando por la propia manera de desintegrarse del mismo, en Europa triunfa poco a poco la idea de que el proyecto de hacer el camino unidos es, en realidad, una posibilidad eficaz.
Porque si, al principio la eficacia en sus más diversas formas y acepciones constituye sin ambages el último motor del proyecto, luego serán otros como la Religión en sus más diversas acepciones los que tomarán el relevo de un proyecto que cada vez toma más visos.

El Sacro Imperio Romano Germánico, y las respectivas Ligas que unas veces para su defensa, y otras en aptitud francamente ofensiva surgieron alimentadas por la necesidad de encontrar en la acumulación de recursos, la manera objetiva de afrontar los sucesivos hándicaps que entes ajenos, como pudieran ser los turcos o los árabes, ponen frente a la en apariencia ineludible unidad del sistema, a los hombres.

Porque sí, efectivamente, llegado ese momento, la religión, el catolicismo para más seña, acaba convirtiéndose en el cemento que une la en apariencia unidad virtual de Europa.

Pero entonces, como ahora, uno es el error conceptual que se comete. A saber el que procede de no comprender, ni entonces ni ahora, que el verdadero motivo de la unidad de Europa pasa por entender, cuando no por asumir, que el proyecto europeo como sucede con todos en realidad, debe su éxito en realidad a la costatación del hecho inexorable de saber que todo ha de hacerse por y para los seres sociales y humanos que componen en realidad la idea, materializándola y haciéndola en cualquier caso razonable.

Por eso hoy, el devenir de los tiempos hace parecer si cabe más incomprensible si cabe la senda que los acontecimientos han tomado.

De tratarse de un individuo, el análisis de la actual situación de Europa habría de llevarse a cabo desde las prescripciones que en términos psiquiátricos se refieren a alguien que responde a los paradigmas de un neurótico. Un enfermo que en definitiva está dispuesto a hacerse daño a sí mismo, a partir en este caso de la incapacidad manifiesta que tiene para reconocer el bien común.

Y es entonces cuando no resulta para nada difícil, sino que más bien se muestra, precisamente en términos propios del alemán Kant, “que la verdad aparece ante nosotros, de manera clara y evidente”. Una verdad que inexorablemente pasa por comprender, por aceptar más bien, que de nuevo las rivalidades, manifestadas en absurdas batallas internas, han vuelto a echar por tierra el enésimo intento de unidad europea.

Pero en este caso, de nuevo la variable de la increíble velocidad a la que transitan los hechos, hasta convertirse en acontecimientos, nos permiten anticipar algunos de los resultados más evidentes.
Los que proceden de saber que de nuevo hemos abandonado el hecho fundamental, el que procede de asumir que todo, absolutamente todo, pasa por comprender que El Hombre, en sus múltiples acepciones, constituye en realidad el único motor que ha de promover e incluso justificar cualquier clase de movimiento en este campo.

En lugar de eso, los principios y valores que inexorablemente habrían de ir ligados a tamaña concepción, se ven alienados por la superposición procedente de la acción desarrollada de la acción conjunta de toda una serie de principios excluyentes, entre los que destaca por supuesto la Economía, a partir de los cuales cualquier intento de racionalidad queda descartado.

Aparece así en escena la Economía, avasallando cuando no arrastrando consigo cualquier atisbo de comportamiento coherente. Es así que los principios, los verdaderos principios, son barridos del mapa de una manera tan aparentemente sencilla, que nos podría llevar a pensar que el propio hacer económico, constituye no uno más, sino probablemente el más importante, de los mencionados valores.

En conclusión, el fondo de la crisis, y la esencia de la estafa que probablemente se lleve por delante una vez más la idea de Europa, pasa por los mismos lugares, aquéllos que comparte con la certeza que procede de empeñarse en que los capitales son en realidad la fuente de la que procede la fuerza para todas las cosas.

A propósito, los más de cinco mil millones de euros que de la mala gestión de la crisis chipriota pueden hacer desmoronarse una vez más el sueño europeo, constituyen en realidad poco más de la mitad de lo que Madrid se gastaba en proyectos tales como los de las carreteras M-30 y M-40.

Que juzgue quien proceda.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.




miércoles, 13 de marzo de 2013

HABEMUS PAPAM.


Desperezándonos a estas horas todavía algunos del “impacto” que desgraciadamente nos causa el hecho que es para una mayoría constatación de una realidad histórica; no es menos cierto que el mismo nos sirve, una vez más para aproximarnos al análisis que cada semana llevamos a cabo del mundo, o más concretamente de cómo nos afecta a algunos su fenomenología, cuando no su transitar.

Asistimos así a otro más de los supuestos acontecimientos históricos, con el desparpajo que da el saber que nuestro posicionamiento al respecto de muchas cosas nos libra entre otras, de la pasión, sin duda uno de los mayores enemigos de los que ha de defenderse la objetividad, en su larga a la par que compleja lucha en pos si no de la verdad, sí cuando menos de su designio hacia la misma.

Se muestra así ante nosotros la pasión, como uno de los grandes inconvenientes a la hora de proceder conforme a protocolos adecuados, en la búsqueda cuando no de la verdad, sí al menos como decíamos antes de los desvelos que en tal epopeya han de ser enjuiciados.
Y el primero de ellos, cuando no el más importante, pasa por saber dónde estamos a ciencia cierta.

Alejándonos de perspectivas demasiado reduccionistas, ganando con ello en abstracción, o lo que es lo mismo, enfocando la realidad con mayor encuadre; nos encontramos precisamente hoy en el ojo del huracán de las que sin duda constituyen la mayor de las paradojas a las que puede enfrentarse el hombre moderno, el hombre occidental.
El mundo se encuentra, literalmente, parado. Y lo hace porque aquéllos que dirigen el mundo, los que tienen la llave del fuego atómico, los que con sus designios determinan que mañana coman o no varios millones de personas, y por supuesto el lechero de mi barrio, comparten una misma certeza. La que procede de saber que hoy dormirán más tranquilos en tanto que El Santo Padre, ya tiene nombre y apellidos.

Lógicamente ni es ni lo será nunca, objetivo de este humilde rincón, criticar en ninguna de sus versiones o grados hechos que, por supuesto pertenecen de manera virtual y por ende inalienable a grados de la personalidad tan profundos, que conforman estructuralmente a las personas en tanto que tal.
Sin embargo, tan amplia acepción tampoco ha de ser óbice, cuando no excusa, desde la que evitar, si no ocultar la imperiosa necesidad de constatar algunas de las curiosidades que componen toda una serie de circunstancias que son, cuando menos peculiares, en tanto que muestra real y verdadera de nuestra verdadera personalidad como sociedad, constituyendo además uno de los ejemplos más válidos, en tanto que en los  mismos se revela sin eufemismos el constituyente que conforma el grado de la misma.

Así, la sociedad del progreso científico. La que hace de la evolución su cabeza de puente, en definitiva aquélla que a priori se ubica como más cercana a los designios de la Ciencia desde el Renacimiento; se detiene hoy como digo, porque aquél que está llamado a encabezar las huestes que presagian el Cielo para aproximadamente mil quinientos millones de habitantes del planeta, está a punto de ser Presentado en Sociedad.

¡Pero si hasta sustituyen el Whatsapp por humo blanco!

Hablamos de humo, o más concretamente mediante humo. ¿Puede constituir éste la última concesión al sarcasmo llevada a cabo por una institución que ha hecho del inmovilismo, y de la persecución de todo lo que no le cuadraba, su máxima de supervivencia?

Llegados a estas alturas del desarrollo que hoy nos hemos encomendado llevar a cabo, resulta verdaderamente difícil ubicar sin caer en comportamientos disléxico, elementos y aspectos que si bien hace apenas una semana circundaban sin dificultad, llegados a este momento del día, con todo lo vivido, resulta igual de cierto que resulta poco menos que imposible porque…¿dónde quedan hoy, después del qué y del cómo se ha vivido la designación papal; argumentos tales como que somos una sociedad neta y absolutamente evolucionada en tanto que sujeta a la Ciencia, que ha superado totalmente sus ancestros mágicos?

Insisto una vez más, por favor, llegado este momento, en el absoluto respeto a partir del cual armo por supuesto un día más mi discurso. La defensa que una vez llevo a cabo de todo lo que constituye el mundo de las certezas en el que creo desarrollar mi actividad, no requiere ni por supuesto justifica el menor atisbo de ataque conceptual ni por supuesto personal contra cualquier concepto ni por supuesto persona que participe de lo que yo cuestiono.

A estas alturas, podremos sin duda poner sobre la mesa el a mi entender más que interesante debate que se suscita cuando decimos que personas que dirigen el mundo, toman decisiones que de una u otra manera nos afectan a todos y, en la mayoría de los casos hacen del Poder su herramienta de acción lo hacen, acudiendo en el último de los casos, a la constatación de la certeza que se manifiesta en la máxima que se encierra tras el a veces lacónico hágase conforme a la voluntad de Dios.

Constatamos con ello, desde la resignación que hoy ha de confesar uno de los que no se encuentra entre los bendecidos por la Gracia, el hecho ciclónico que a estas alturas debería suponer el comprobar como de nuevo, a pesar del paso de los siglos, en el transcurso de los cuales sin duda hasta el tiempo transcurre a otra velocidad toda vez que el propio planeta ha modificado su velocidad de giro; seguimos no obstante manifestando nuestra dualidad fenomenológica ante el hecho consumado de que la mayoría, sigue condicionando sus deseos, cuando no sus vidas, al siempre dubitativo proceder que se esconde tras la otras veces recurrida sentencia del sea lo que Dios quiera.

Es entonces cuando finalmente, y llegado este momento, uno se ve en la tesitura, a menudo desagradable todo hay que decirlo; de someter a la consideración del respetable qué grado de certeza, cuando no de verosimilitud tiene toda esa larga serie de apelativos con la que no en vano nos regalamos el oído, en lo que concierne a nuestro proceder cuando nos describimos, a nosotros mismos todo hay que decirlo, las verdaderas mimbres que componen nuestro mundo.
Un mundo científico, desarrollado, alejado de fanatismos, y por ende de los dogmas que los propician, cuando no abiertamente los propugnan. El mundo de Internet, de la inmediatez, del aquí y ahora. El mundo del para ayer es tarde, en definitiva el mundo de un Hombre que hoy, como siempre y tal vez por siempre, sigue manteniendo y alimentando la pugna por sus componentes innatos, a la sazón los responsables de la pieza más compleja que a dado o visto la evolución.

Un mundo que por más que vea sometido a los avatares del tiempo, por más que sea objeto del progreso, a veces incluso desenfrenado, sigue accediendo a su componente más ancestral, a aquél que en definitiva le define como ente propiciatorio en pos de la Naturaleza Espiritual, cuando necesita dar respuesta a las cuestiones más profundas.

¿Será precisamente la existencia de tales cuestiones, o tal vez el hecho de que estemos preparados si no para comprenderlas, sí al menos para plantearlas, lo que sitúe este debate una vez más en el centro de nuestra actividad?

Una vez más, nos vemos obligados a finalizar si no con una paradoja, sí con una cuestión reflexiva, aquélla que procede de poder afirmar que, sin duda, la mera consideración que nos ofrece la existencia de las mismas cuestiones, nos obliga a considerar seriamente la necesidad de aceptar cierto grado de especificidad, que es en sí mismo, algo muy cercano al valor esencial al que por distintos caminos llegan los dados a Dios, y los que somos más dados a lo constatable.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.


miércoles, 6 de marzo de 2013

DE LA DESAMORTIZACIÓN DE LOS TERRITORIOS SACROS, A LA DESAFECCIÓN DE LA IDEA DE ESTADO.


Enfrentados un día más con la terrible a la par que empecinada realidad, tratamos de permanecer indemnes a la misma, sumidos en un cada vez más imposible juego de equilibrios, en el que el contacto permanente con la verdad a la que cada instante nos enfrenta, nos lleva a hacer bueno el dicho coránico según el cual “imposible es andar cerca del demonio, sin que éste acabe por clavar sus garras en la carne fresca del alma inocente. Aunque sólo sea porque dispone de la paciencia que le otorga el saber que dispone de todo el tiempo del mundo. Además, la mala conciencia del pecador siempre proporciona al demonio una nueva oportunidad.”

De semejante guisa no ha de sorprender, que uno comience ciertamente a cansarse, tanto de ser el mensajero del miedo, como de hallarse permanentemente tan cerca del demonio. Máxime cuando en el caso que nos atañe, los riesgos que sin duda se corren, no responden a ninguna esperanza de compensación porque, dado el grado de la batalla en la que nos encontramos, sea cual sea su resultado, en realidad no dejará, como en otros anteriores casos ha pasado, a nadie indiferente.

A pesar de todo, uno de los pocos, por no decir el único de los resarcimientos que nos proporcionan hoy por hoy, pasa irrefutablemente por comprobar cómo las categóricas afirmaciones con las que venimos salpicando ya desde hace casi cuatro años nuestro derredor, no sólo se cumplen, sino que lo hacen en una secuencia y a un ritmo tan coherente, que verdaderamente nuestro papel parece estar más cerca del de compositores orgullosos del éxito alcanzado por su Sinfonía el día del estreno; que del de analistas comprobando las repercusiones no ya del acierto de sus conclusiones, sino deprimidos por asistir, una vez más, al repulsivo espectáculo que ofrecen nuestros dirigentes toda vez que su absoluta falta de responsabilidad se muestra una vez más en el desastre que supone el ver cómo el desastre prevenido se adueña de la realidad, porque nuestros queridos dirigentes han preferido no tomar medidas que redujeran o atenuaran el impacto de la realidad. Y todo ello a menudo porque el grado de insatisfacción que lleva aparejada cualquiera de ésas previsiones es de tal magnitud, que sencillamente resulta mucho menos deprimente ignorarlo.

Como prueba, la maravillosa Ley contra los Desahucios ha mostrado hoy nuevamente su valía, cobrándose otro suicidio. ¡Y todo ello después de haber sido ya modificada!

Y no se trata sólo de la Ley en materia de desahucios. Se trata también de la Reforma Laboral. De la maravillosa Ley de Educación. De la amnistía fiscal. Y en definitiva de todas las disposiciones gubernamentales que han de ser en justicia atribuibles al gobierno del Partido Popular el cual, en menos de 20 meses,  ha logrado superar con creces cualquiera de las previsiones que a efectos hacíamos todos aquellos que definitivamente no comulgamos al respecto de los programas y protocolos de gobierno a partir de los cuales argumentar la supuesta acción de gobierno.

Porque llegados a este extremo, tal vez no vendía de más recordar tanto a extraños, como sin duda a propios, que con tal fin se le votó, en resumen para que gobernara.

No para que diera la callada por respuesta huyendo literalmente de los periodistas. No para que tuviéramos que esperar a ruedas de prensa impuestas por los medios extranjeros en tierras extranjeras, para poder enterarnos, sin duda después que ellos, de cual era en realidad el alcance de nuestra miseria. Si bien en cualquier caso, el esperpento sublime que se alcanzó con la rueda de prensa a través de la pantalla de plasma, sin duda supera todo lo anterior.

En definitiva, resulta no ya bochornoso sino abiertamente repugnante, el que la absoluta negligencia nos traiga a comprobar como un día más, se nos expropia de la acción parlamentaria mediante la enajenación en la que el Gobierno parece caer los miércoles, cuando le toca Sesión de Control en la Cámara. Aunque como en todos los casos logra superarse cuando logra enajenarnos una vez más uno de los derechos democráticamente más sano de los que disponemos, me refiero al Debate sobre el Estado de la Nación el cual, en su más reciente sesión, fue pervertido al introducirse con calzador en el mismo la obligatoriedad de presentar las conclusiones y medidas recientemente aprobadas con motivo de las últimas aportaciones de Bruselas. ¡Aunque realmente deberíamos congratularnos! El del año pasado directamente nos lo birló.

Pero revisadas una por una todas las causas hasta el momento presentadas, no es menos cierta que la acción de todas ellas no habría de ser tan preocupante, de no ser porque ya la imposibilidad de explicarlo todo por el azar, o por la mera acumulación de circunstancias, nos lleva abiertamente a procurarnos la posibilidad de que, realmente, obedezcan a la constatación de un plan hábilmente trazado, y que no responde sino a la supuesta necesidad, impulsada por algunos, según la cual se hace imprescindible la implantación de un nuevo Sistema para lo cual, inexorablemente, hay que desmantelar el que a día de hoy existe.

Así, y sólo así, puede adquirir un mínimo de sentido la labor de destrucción a la que con tanto empeño se ha lanzado la caterva de inútiles, descerebrados, incompetentes y, en una palabra, irresponsables, que sin el menor lugar a dudas conforman a estas alturas, el equipo titular de ésta, la Derecha Cavernaria Española.

Una Derecha que por española, responde sin el menor género de dudas a toda una serie de apelativos la mayoría de los cuales resulta impronunciable incluso para un impío como yo toda vez que, como he dicho al comienzo, no resulta divertido ser el Abogado del Diablo. Apelativos todos ellos que, además de calificar tanto al estamento como a los miembros del mismo, sirven a su vez para diferenciarlos respecto de esa otra Derecha no sé si más moderada, sin duda eso sí más elegante que, una vez desarrollado el perfecto plan que llevan implementando desde el fracaso de los acuerdos de Brian-Kellog’s, ha terminado por encumbrarse total y absolutamente en todos y cada uno de los puestos de responsabilidad que significan algo en el proyecto que, hoy por hoy, significa Europa.

Aplicando un paralelismo no exento de alguna cabriola en forma de licencia nada poética, habremos de decir que el mismo principio se rige por la certeza de que en España un gobierno de la Derecha pasa inexorablemente por una mayoría absoluta; podemos decir que en Europa los gobiernos de la Derecha vienen igual de inexorablemente precedidos de algún estrepitoso fracaso protagonizado por un antecesor de la Izquierda. En la actualidad, el estrépito de una medida política, está indefectiblemente ligado al impacto económico que la mencionada, o sus correspondientes derivadas, pueda originar, o llegar a originar y…¿quién tiene en realidad el control de los medios económicos?

De esta manera, podemos ir concluyendo que, la falsa desamortización en la que se ha convertido la Crisis Económica, no es en realidad sino un medio encaminado a debilitar, disminuir, atacar, y finalmente eliminar muchas si no la mayoría de las concepciones que a efectos del Estado, y de la relación que el individuo tiene para con el mismo, han logrado ser implantados por las tendencias modernas que dirigen las pautas de concepción del mundo desde el periodo de entreguerras.

En consecuencia, la fase de desafección hacia el gobierno, y el absoluto desprecio que se desprende hacia todo lo que pueda representar desde su posición, obedece en realidad a un plan perfectamente urdido, y las pruebas demuestran que no menos bien ejecutado, en base al cual resulta imprescindible alienar al individuo de su relación para con el Estado, procediendo después a la sustitución de los valores que hasta el momento guarecían tal relación, en un intento de que el individuo primero, y la masa después, no sólo transija sino que apoye con fervor, la sustitución de unos parámetros por los que hasta hace poco, había incluso ido a la guerra.

Y a modo de prueba rápida de lo expuesto, una noticia con la que nos hemos cenado esta misma noche. “La corrupción se coloca en el segundo puesto de los problemas que más acucian a los españoles, desplazando a otros como la crisis económica, o la clase política.”

Tanto la crisis económica, como la corrupción, y por supuesto la propia clase política, son realidades cuyo control depende exhaustivamente del gobierno, y sin embargo, constituyen a todas luces la mayor fuente de problemas a la que el ciudadano ha de hacer frente.

¿De verdad he de explicar mucho más el origen de mi frustración?


Luis Jonás VEGAS VELASCO.