miércoles, 26 de febrero de 2014

DEFINITIVAMENTE, PODRÉIS SEGUIR HACIÉNDOLO, PERO AL MENOS NO CON MI AQUIESCENCIA.

Y eso será, al menos a nivel estrictamente ético, lo que sirva cuando no de consuelo, sí al menos de satisfacción una vez que aquéllos que siempre estuvieron presente, decreten de nuevo abierto el periodo de cosecha.

Porque en definitiva, de eso que no de otra cosa, es de lo que se ha estado tratando todo este tiempo. Cómo si no podría llegar a entenderse no tanto el que nos hayan dejado alimentar la esperanza de que otra España era posible, salvo desde la absoluta certeza de que siempre fueron ellos quienes mantuvieron prietas las líneas, sostuvieron fuertes los cabos que mantenían la que ellos siempre dictaminaron era la adecuada tensión dinámica que el país necesitaba.

Al final, una vez más, acudiendo a la paradoja; cuando más crece en mi la  indignación en torno al reciente programa del Sr. Évole, lo cierto es que más de acuerdo estoy con una de sus consecuencias colaterales. ¿No será acaso cierto que una mentira sirva para reforzar una verdad?

Sumido en un trepidante estado de confesiones, me someto de nuevo hoy a semejante trámite, para reconocer que, efectivamente, no he dedicado ni tan siquiera un instante a seguir, ni de modo directo, ni por supuesto de manera indirecta, en por otra parte cada vez más supuesto Debate sobre el estado de la Nación.
No tanto porque uno pueda llegar a anticipar con cierta antelación lo que unos y otros van a decir, hecho éste que por otro lado no me parece del todo mal (de no ser así habríamos de empezar a preocuparnos verdaderamente); lo cierto no obstante es que el miedo que me producía el intuir tanto el grado, como la intensidad de las acusaciones que unos y otros verterían, me ha llevado a, de manera netamente voluntaria, ahorrarme el trago.

Sin embargo y con todo, y siguiendo con la brecha abierta en anteriores procedimientos, no es menos cierto que he de venir a ratificarme, una vez más, en que este país necesita de una vez asumir su realidad, y decidir qué es de lo primero que ha de librarse, si de los políticos que supuestamente ejercen la representación, o de los españoles que bien por acción, o por omisión, permitimos una y otra vez se perpetúe un modelo cuya maldad no reside ya tanto en que beneficie de manera escandalosa a los de siempre; sino que a estas alturas de ordeño, cuando a la vaca ya no le queda nada, pretendan aderezar nuestra miseria, obligándonos encima  a cargar con los calostros.

Constituye así pues, el Debate sobre el estado de la Nación, una de las grandes paradojas, cuando no una de las grandes mentiras de la Democracia. O si mi opinión resulta demasiado controvertida, reduzcamos el grado diciendo que es la tentativa de falacia en grado sumo a la que año tras año se lanza el que gobierna, con la complicidad del que reside en la  oposición convencido, eso sí, de que más pronto que tarde, será él quien gobierne.
Desde esa perspectiva, exclusivamente desde esa perspectiva se puede llegar no a disfrutar, bastará meramente con intuir, un vulgar proceder que no es sino una de las vulgares concesiones que quedan de la verdadera etapa socialista, a saber la liderada por D. Felipe González Márquez; premonitoria de los tiempos en los que a la Derecha no se la refutaba con argumentos políticos, bastaba con hacerles dirigir una mirada a las tapias de nuestros cementerios, cuando no a las listas de ciertos monolitos enclavados tanto en las plazas de algunos de nuestros pueblos, como en el corazón de muchos de sus moradores; para dar por hecho, de manera errónea tal y como podemos comprobar, que no volverían.

Y redundando en lo ya expuesto, ciertamente no han vuelto. Lo cierto es que nunca se fueron. Nunca se fueron porque como ocurre con las enfermedades degenerativas, aquéllas que hacen del tiempo y de la ausencia de esperanza sus mejores aliados; tanto la derecha como, por qué no decirlo, los de derechas, siempre han permanecido ahí.
Agazapados, en algunos lugares, o más recataditos allí donde podían llover hostias en las más diversas acepciones del término; los que integraron siempre la verdadera España, aquéllos que sobrevivieron para insuflar en este país el recuerdo de lo que nunca debió de perderse; han vuelto, hoy por hoy. Y lo peor es que lo han hecho sin necesidad de cambiar un ápice de su discurso. Sin necesidad de tener que emplear un solo segundo para pedir disculpas.

Y lo han hecho como siempre, a su estilo. Como la bicha que merodea por la noche la habitación de la parturienta, y que aprovecha el descuido para colarse dentro y alimentarse de los pechos rebosantes de leche que otros llenaron, mientras que con la cola tapa la boca del recién nacido, en unos sitios; o echando literalmente la puerta abajo en otros lugares, allí donde sí había viejos asuntos que librar, cuando no antiguas deudas que cobrarse.

Pero en cualquier caso, sea como fuere, siempre y en todo lugar se ha hecho como mandan los cánones. Así, a falta de una buena guerra que llevarnos a la boca, siempre nos queda la opción de recordarles a los muertos de hambre, a saber los más de tres millones de españoles que hoy por hoy rebasan el nivel de la pobreza (bonito eufemismo); bien podemos darles lo suyo, cargando no ya con una batería, sino con todo un paquete de medidas destinadas no ya a salvaguardar su lamentable estado, sino más bien a rematarlos de una vez y para siempre. No en vano, ¡qué demonios! ¡Si estás muerto, o has emigrado, no computas en las listas de parias y desheredados que tanto parecen alterar la estabilidad de Marianos,  Sorayas y compañía.

Y mientras, como siempre, contumaz a la par que reticente, la realidad. Una realidad perra, destinada a tumbar no ya solo los imperturbables argumentos, como el patetismo que de soslayo se muestra en los contravalores. Una realidad que se substancia en hechos como los que trascienden a esos siete millones de parados, a ese 94% del PIB a estas alturas ya comprometido, cuando no qué decir de esas pornográficas cifras de Déficit Público el cual, cuando se han superado ya los dos años de legislatura expresamente ligada a los designios del Partido Popular, no solo no ha visto reducida en un ápice su magnitud, sino que lejos de tal hecho sigue y sigue creciendo día tras día.
Ante tal acumulación de hechos, ni el capítulo en el que D. Quijote promete la ínsula a Sancho, parece ya ser suficiente.

Y mientras, como fiel reflejo de una España para nada accidental, más bien imagen de lo que desde hace casi ochenta años algunos han perseguido; de Educación, Sanidad, Empleo Estable y otras minucias, mejor no hablamos. Por si acaso.

Cambió España en el pasado siglo, del XIX al XX digo, superando una vez más sus miedos, rémoras conceptuales, supliendo con geniales oradores, cuando no con grandes teóricos, los más que grandes orificios lo que suponían en realidad enormes socavones que periodos tales como el reinado de Isabel II nos causaron. Como siempre, y por enésima vez, el país no solo se repuso, sino que fue netamente competente para hacerlo saliendo además reforzado. ¡Pero si hasta DE LA SERNA fue capaz de hacer solo la travesía del desierto inventando con ello el concepto de la greguería! 
Será tal vez de semejante mezcla de Ironía y metáfora de donde Mariano extraiga la fuerza para la tan su habitual sorna. No. ¿Como creer  tal cosa? Semejante dosis de destreza ha de llevar inexorablemente apaciguada cierta dosis de inteligencia.

Hoy, lamentándolo mucho, ni el Tremendismo de CELA serviría no ya para enmendar el drama, cuando ni tan siquiera para disimularlo un instante más.
Citando pues al ingente maestro: “Definitivamente, estamos jodidos.”


Luis Jonás VEGAS VELASCO.


miércoles, 19 de febrero de 2014

DE LA CONSTATACIÓN DE QUE HOY SER DE CENTRO ES LO RADICAL

Porque en un tiempo como el que nos ha tocado vivir, el no posicionarse es, sencillamente, hacerlo de una manera si cabe no solo más adusta, sino incluso y para qué negarlo, bastante vulgar.

Constituye hoy por hoy la ambigüedad que pese a quien pese siempre subyace a las posiciones centristas, en realidad no solo una posición incómoda, sino que abiertamente, encierra toda una declaración de intenciones invocada en este caso desde la paradoja de lo que podríamos considerar manifiesto apoyo a los gritos del silencio.
Vivimos, qué duda cabe, tiempos destinados a conformar una época histórica. La gran concentración de acontecimientos a la que asistimos nos arrastra, tal y como siempre ha ocurrido en la Historia, solo que en este caso de manera exponencial, a concitar en torno de nosotros la burda concepción según la cual nuestro aquí y nuestro ahora son, en realidad, el mejor momento, y por supuesto el mejor momento posible.
Mas en este caso, las circunstancias concurrentes vienen a conformar un escenario en el que ni todas las paradojas, ni por supuesto todos los silogismos, pueden ni por un instante alejarnos de lo que en realidad no debería de dejar de conformar nuestro único acto a saber, poner en marcha los protocolos destinados a lograr la consolidación de un escenario a partir del cual, y por supuesto en el menor tiempo posible, seamos capaces de salir de la tremenda situación en la que la abierta acción de unos, y la manifiesta inoperancia de nosotros, nos han conducido.

Sin embargo, y llegados a este punto en el que sin duda la mayoría, por no decir todos estamos de acuerdo, de no ser así tendríamos sin lugar a dudas un problema; hemos de conciliar sin ningún tipo de resquemor las certezas en base a las cuales, ni todas las maneras de salir de la crisis son igual de prácticas, ni por supuesto, en todas ellas Principios y Valores éticos y morales salen igual de bien parados es más, según algunas de las consideraciones presentadas, ni tan siquiera se reserva un mínimo espacio para tales consideraciones. Sencillamente son consideradas como vulgares subproductos, propensos por ello a la generación de distracciones, cuando no abiertamente de males mayores en sí mismos.

Es por ello que, en vista del claro escenario que comienza a ponerse de manifiesto para todo aquél que tenga el tiempo y las ganas de dedicarle un instante, lo cierto es que precisamente ahora más que nunca, resulta no ya necesario, sino abiertamente imprescindible, el posicionamiento.

Llegan tiempos modernos. En consecuencia la gran crisis, a la sazón la verdadera crisis, está por llegar. No se trata de la crisis mutante, de la que por otro lado tanto hablan algunos, tampoco por supuesto de una especie de reedición de la crisis del 2007. Se trata lisa y llanamente de la consolidación del espectáculo circense en torno del cual se comienza a consolidar la nueva moral. Una moral destinada a convertir en dudoso lo patente, y en verdad lo que antaño constituyó sin el menor género de dudas, mera y palpable falacia.
Y es sin duda desde tales consideraciones, desde donde poco a poco se van consolidando no solo las nuevas realidades, sino con mucho las interpretaciones que de las mismas se hace. Es en definitiva donde se logra hacer ver lo blanco negro, o donde incluso se llegan a anunciar constataciones prácticas de un supuesto logro de la cuadratura del círculo.

Y es así que una vez creado semejante escenario, porque que nadie dude ni por un instante de que todo lo que está ocurriendo, así como lo que está por venir, forman parte en realidad de un plan perfectamente concebido incluso en lo atinente a sus más ínfimos detalles; que los contendientes comienzan a desplegar sus piezas no para seguir jugando, sino más bien para comenzar su verdadera partida. Una partida en la que el objetivo no pasa, en contra de lo que pueda parecer por conquistar el lateral del oponente. Una partida que ni siquiera pasa por hacer Dama. Una  realidad cuyo verdadero objetivo pasa, de manera indefectible, por la toma, aunque sea por las armas; y posterior defensa del centro.

Pero que nadie se llame a engaño, pues no se trata de la consolidación de un proyecto mínimamente serio. No se trata siquiera de un ejercicio activo esto es de algo necesario quiero decir, de algo que tenga en sí mismo el motivo de su existencia. Se trata única y sinceramente de la toma no por las armas, sino más bien mediante el despliegue de técnicas de asedio, de un destino consolidado no en pos de consolidar una nueva teoría. En realidad el objetivo se suscita en pos de renunciar, de manera práctica y evidente, al menos de cara a la galería, de cuantos Principios y Parámetros sean necesarios a la hora de insuflar en la persona, visto ya como un mero elector, la certeza de que Izquierdas y Derecha no solo ya no son buenas ni malas sino que, sencillamente ya no son ni necesarias.

En un nuevo territorio político, el así definido, en el que nada de lo perteneciente a la Vieja Escuela parece tener no solo ni sitio, sino por supuesto el más mínimo valor, lo cierto es que lo único que parece quedar claro es que tras el aparente ejercicio de renuncia, se esconde un plan tan retorcido, tan abrumador y tan impensable, que solo desde la acumulación de las mayores aberraciones políticas podemos comenzar a intuir su verdadero alcance. Un plan que pasa no ya por la destitución de presidentes, como ha pasado ya en Grecia, y se va a repetir hoy en Italia. Un plan que pasa no ya por la virtual eliminación de la Actividad Parlamentaria, hecho éste por otra parte que ya acontece en España, donde no lo olvidemos el Parlamento ha concatenado hasta 72 días sin celebrar sesiones. Un plan que pasa por inducir en cada uno de nosotros, en nuestras mentes, la certeza inescrutable de que la Actividad Política, al menos tal y como algunos la conocíamos, carece de total y absoluto sentido.

Una estrategia que conduce no ya a la Anarquía, sino manifiestamente hacia la Acracia, dentro de un proceso jalonado entre otros de quehaceres destinados a desprender de todo acto de dignidad no tanto a los políticos, como sí a la acción política en sí misma; con el firme propósito de desnaturalizar todo cuanto no pueden desnaturalizar.
Una estrategia que pasa por convertir la posibilidad de que en España se vuelva a hacer Política con mayúsculas, en el origen de todos los males, quién sabe si por que con ello se pondría de manifiesto, por ejemplo, la absoluta ausencia que en la primera línea de la Política Española tenemos hoy no ya de eruditos, nos bastaría con tener buenos oradores.

Pero una estrategia que se constata, de manera evidente a la par que definitiva, en el uso casi amenazador del término confección de un Parlamento “a la griega”, como manifestación evidente no del miedo, abiertamente del pánico que subyace en muchos de nuestros compromisario cada vez que se van a la cama pensando que tal vez mañana, se vean obligados a hacer verdadera Política, a la hora de demostrar tal o cual concepto habiendo para ello de emplear no ya conceptos, sino simples procedimientos con los que no están para nada familiarizados simplemente porque no son buenos políticos.

Es entonces cuando la Hidra saca todas sus cabezas. Es entonces cuando ataca con su absoluto a la par que virulento poder. Pero en este caso se trata de una especie de Hidra inversa toda vez que si a la clásica del cuello cercenado le resurgían dos cabezas; a ésta lo único que le preocupa es mantener intactas las dos cabezas que hoy por hoy mantiene, las cuales no son sino síntoma de la absoluta decadencia en la que se ha instalado la Política en España. Decadencia que se pone de relevancia en el miedo que existe tan siquiera a la hora de plantear propuestas serias de cara a superar el bipartidismo.

La respuesta es, una vez más, manifiesta y sinceramente clara. Si volvemos a dejar que hagan lo que quieran, seremos otra vez cómplices, volviéndonos proclives a aceptar la acusación de complicidad que como una espada de Damocles pende sobre el cuello de todos y cada uno de nosotros.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.


miércoles, 12 de febrero de 2014

CONSTITUYE A MENUDO EL SILENCIO, TESORO EN UNA MUJER.

La cita, procedente del Ayante de SÓFOCLES, no viene por supuesto a significar nada más allá de lo que expresamente indica. Más bien, y como en otras ocasiones, trataremos de mostrar hasta qué punto la Historia, en sus más diversas acepciones, interpretaciones e incluso medidas, no hace sino constatar lo difícil que cada día más resulta ser capaces verdaderamente de poner algo nuevo bajo el sol.

En el ocaso de una semana tan casi extravagante en lo que a tenor de lo concerniente para las mujeres se refiere, no me resisto a desviar un tanto el calibrador del goniómetro que semana tras semana dirige los para nada disimulados y sí más bien precisos ataques de los que esta sección hace gala semana tras semana, para ampliar durante unos instantes el radio de acción de los mismos, concediendo el privilegio de la ligera abstracción en pos en este caso de comprobar el tan distinto efecto que para La Mujer, con mayúsculas, han tenido en este caso dos acciones tan simétricas como  son las que encuadran por un lado el más que sostenido, casi virulento silencio de la Infanta dentro de lo que constituye la ya famosa “declaración  de la amnesia sostenida”; enfrentada como tal, por supuesto cuidando y restringiendo los paralelismos, con el “discurso en formato de monólogo” que se marcan algunas concejales del Partido Popular las cuales no vienen sino a hacer bueno el dicho que circula en relación al peligro que para algunos supone el uso de un micrófono. ¡Cuan duro ha de ser el creerse político, mas comprobar día tras día que tan solo el silencio es tu compañía!

Pero lejos de irme por las ramas, tendiendo a menudo sin querer a desviar me de mis propios preceptos, haré en el caso que me ocupa un importante esfuerzo en pos de mantener centrado mi objetivo, fijando el mismo en la disposición que La Historia, en tanto que tal, nos ofrece a la hora no tanto de defender a la mujer, como sí más bien de demostrar que ahora, y siempre, se ha mostrado por sí misma muy capaz de hacerlo.
Es entonces así que asistimos una vez más a la constatación del hecho por otra parte tantas veces observado según el cual no es sino el presente, poco más en términos epistemológicos que la separación entre un  pasado que creemos conocer, y un futuro al que vagamente aspiramos. Se convierte así el presente en poco más que un delgada, casi tenue línea destinada a poco más que fingir en nosotros la ilusión de un ahora inexistente, toda vez que lo efímero es su única conformación.
De tal menester, que la Historia acude de nuevo en nuestra ayuda, no tanto a la hora de explicar los acontecimientos que consolidan nuestra ya citada ilusión de presente, como sí más bien a reiterarse en la constatación de que el pasado tiende a repetirse.
Aparece así pues el argumento capitular de nuestra disquisición de hoy precisamente cuando constatamos el efecto tan dispar que tienen en este caso las conductas de dos mujeres, de las cuales obviamente eso y solo eso, las conductas, son comparables.
Hace la Infanta de su declaración, no ya un monólogo de silencio. Hace en realidad la Infanta de su silencio, el mejor ejemplo a partir del cual resulta incluso sencillo comprender no ya las notables diferencias que en España existen entre unas y otras personas, sino que más bien el relatado silencio,  unido al ejercicio de cinismo que cabe se ha de presuponer a algunas de sus declaraciones, vienen definitivamente a consolidar la idea que últimamente determina la línea argumental que guía con paso firme todas mi disquisiciones. Aquélla que parte de comprender no ya que estamos en un país de guitarra y pandereta, sino que tal consideración no parte de un  accidente, ni es propia de una lamentable sucesión de errores. Se trata más bien de la lenta consolidación de un plan perfectamente trenzado, lo que justifica plenamente hablar de confabulación, por parte de una serie de personas ampliamente interesadas en consolidar en torno de nosotros la primero falsa esperanza, y luego destructiva razón, en base a la cual España, o más concretamente el catálogo de disposiciones desde el que trenzamos el aspecto del que creemos nuestro país, no responde en realidad sino a una vaga ilusión destinada cuando menos a mantener ocupados a unos, entretenidos a otros, permitiendo de la demora que a tales conductas les es propia la conformación de una realidad paralela desde la que un determinado grupo de poder no solo se mueve a sus anchas, sino que abiertamente preconiza todos los aspectos de cara a consolidar en el tiempo la postergación de tal posición.

Así y solo así, a saber desde la toma en consideración de tales conductas, pueden entenderse cuando no abiertamente justificarse no tanto la conducta de la integrante de la Familia Borbón, como sí más bien y casi de manera exclusiva el hecho de que tanto la mencionada, como la institución que desde la misma preconiza pueda no ya existir, sino hacerlo con la aparente fuerza con la que lo hace.

Constituye la aceptación de tal precepto, la aceptación a título cuando menos de corolario de que es éste poco menos que un país de sainete. Un país de meapilas, rascatripas y decadentes la mayoría de los cuales no hace sino practicarles el juego a una minoría silenciosa más preocupada por mantenerse ojo avizor sobre sus intereses e inversiones, véase la evolución de las acciones referidas en el asunto “Canal de Panamá”, que por velar en pos de los intereses comunes.
Una minoría distinguida donde las haya. Enfervorizada en preservar con todas sus fuerzas lo que para algunos no constituye sino la rememoración de un viejo sueño, el de la consolidación rutilante de lo que en definitiva fue la existencia de clases sociales perfectamente diferenciadas, a lo que habría que añadir el premonitorio esfuerzo destinado a reimplantar en las mismas el  conocido aunque casi olvidado fenómeno de la estanqueidad entre las mismas. Ya se sabe, la instauración de alguna especie de medidas destinadas a impedir el flujo de caudales humanos entre una clase, y la que le precede inmediatamente por arriba. Algo que presupondría no ya solo el reforzamiento de la Monarquía, cuando sí más bien el rescate de El Feudalismos.

¿Estará incluido en el plan Gallardón el derecho a la Primma notta?

Porque avezados lo son, sin duda. Mas en determinadas ocasiones, la excesiva condescendencia que muestran para consigo mismos, induce a la comisión de errores que se traducen en pequeños detalles que a priori parecen solo trascender para aquéllos que disfrutamos con la revisión de los mismos. Así, en ocasiones como las que han quedado puestas de manifiesto a la hora de comprobar el grado de efusividad con el que Sus Señorías celebraban la consolidación de sus planes, relativos en este caso a lo atinente con la continuidad al plan que preserva la Reforma de la Ley del Aborto, a saber Ley GALLARDÓN, lo cierto es que ni silenciosa ni recatada ha sido su conducta, ni mucho menos su proceder.

Y es por ello precisamente en el momento en el que tales conductas tienen a bien aparecer, cuando más atentos es menester mantenerse. Tal vez, o mejor dicho, sin el menor género para la duda. Porque es en tales momento cuando el yo interior es incapaz de sujetarse, poniendo de manifiesto, e incluso dejando a la vista de todos cuál es la verdadera catadura moral, la verdadera talla, lo que de verdad compone la esencia de algunos de los que efectivamente son nuestros representantes, pero que desgraciadamente de calidad para ello tienen poca.
Es en tales momentos cuando nos damos cuenta del grado de chabacanería que preside el alma cuando no el quehacer de muchos de los que nos representan.

Y es así pues ante semejantes circunstancias, ante semejantes conductas, cuando de nuevo la Historia, como único y por ello no olvidado argumento, se muestra hoy como sólido hilo conductor de la presente disquisición. Una disquisición no destinada por supuesto ni a aclamar a unas, ni a demonizar a otras. Destinada sencillamente a poner de manifiesto como incluso algo tan aparentemente inocuo como puede ser el uso y el disfrute del silencio, puede en realidad servir, como tantas otras cosas, para demostrarnos de manera concisa y evidente cuán lejos estamos no ya de ser un país desarrollado, sino sencillamente un país digno de ser tomado en cuenta dentro, y fuera de nuestras fronteras.



Luis Jonás VEGAS VELASCO.



miércoles, 5 de febrero de 2014

DE LAS CONSTATACIONES DEL PASADO, DEL PRESENTE COMO INDIGNA MEZQUINDAD.

Me retrotraigo nuevamente ante la realidad, en este caso no ad infinitum, sino más bien y tan solo hasta finales de los noventa; concretamente a los tiempos que conciernen al correr de las calendas que compusieron con su fluir los estertores de la ya pasada centuria. En aquel preciso momento, en el que el libre discernir nos abocaba a juicios no por ello más certeros, sino evidentemente más arrogantes toda vez que las circunstancias económicas eran otras, sin duda más boyantes en tanto que no tanto el país, como sí el Partido del por entonces D. José María AZNAR tenía realmente dinero (acababa de acaudillar el expolio de España), sí, efectivamente, en España ya no se fumaba en pipa ya que Tabacalera era ahora de un grupo de señores, y para llamar por teléfono ya no tenías que esperar a que Encarna de Noche tuviese a bien conectar la clavija, en tanto que también ésta había sido vendida. Desde tal instante ahora las presuntas Encarnas se encuentran a cientos de kilómetros, y dado el desfase contextual evidente, resulta del todo imposible que comprendan el presente desarrollo y el chiste resulta imposible, cuando no del todo hasta de mal gusto. Sin embargo, lo que algunos sí que entendimos ya en aquel momento, lo cual no quita para que traten no ya de explicárnoslo de  nuevo, sino más bien para ver si de una vez lo comprendemos; pasa inexorablemente por hacer viable la insisto, al menos para mí complicada concepción vinculada al hecho de que todos aquellos metros de cable tendidos con los impuestos pagados por todos los españoles, y todos aquellos centenares cuando no sin duda miles de postes colocados por, y con el esfuerzo de muchos de ésos mismos españoles, acabaron finalmente  por tener que ser nuevamente pagados por esos mismos españoles.

¡Ah! ¡Cuán gran gestión fue la que se hizo allá por el 96!

Acude así presta a mi memoria, la constatación para nada efímera del grado de certeza que con el tiempo ha alcanzado un artículo que por aquél entonces ya publiqué. De cuando el Giro se convierte en Derrape, se titulaba el mismo. Y en medio de titubeos y consideraciones varias, las que por entonces conformaban mi ya clara disposición ideológica, lo cierto es que en el mencionado se llevaban a cabo una serie de disposiciones ideológicas, a la par que conceptuales, la mayoría de las cuales, para desgracia propia, y por ende de todos, se han ido cumpliendo todas, una por una, siguiendo un esquema casi pormenorizado.
Y la causa es evidente. Acude a nosotros conforme a un esquema cristalino, que diría nada menos que DESCARTES. La causa pasa por entender que los principios que en la actualidad alimentan al espíritu netamente reaccionario que inexorablemente se halla ligado a la Derecha, no solo son los mismos, sino que más bien se han visto incrementados por la acción conjunta que ejerce el paso del tiempo, conjugado con la posesión de poder.

Así, cuando el mismo que hoy se reúne de nuevo con la realidad, con parecido poco talento a como lo hacía por aquél 1999, constatando solo que sigue siendo el más tonto de la canasta; lo único que realmente se pregunta no es tanto el por qué del elevado grado de cumplimiento de aquellas por entonces presunciones, Lo que verdaderamente colapsa sus sentidos, y por ende colabora en quitarle horas de sueño día tras día, es el ser consciente en ésa misma proporción de que, con toda seguridad, algo grave hay que no nos cuentan.

Una vez comprobado que el tiempo no solo no pasa, sino que más bien transita, a lo que subyace la incuestionable cita con la responsabilidad a la que cada uno de nosotros ha de acudir siempre en consabida proporción no con  la virtud, sino en base a la garantía de los hechos perpetrados, lo cierto es que desde la perspectiva que siempre proporciona el distanciamiento propugnado en este caso por ese mismo paso del tiempo; creo sinceramente poder afirmar el elevado grado de acierto sufragado por muchas de las por aquel entonces predicciones, hoy lamentables certezas que por entonces se hicieron.

Y por encima de todas, una, de la que hoy confieso más satisfecho me siento. La que pasa por constatar de manera expresa que en España, no solo no es que la Derecha no gane, se trata más bien de que la Izquierda pierde. Pero es que en realidad la Derecha no sabe ganar.
Y no sabe ganar sencillamente porque ella en tanto que estructural, así como sus militantes en tanto que individuos ideológicamente legitimados, faltaría más, necesitan un periodo de tiempo destinado no tanto a adaptarse a la nueva situación, tal y como por otro lado sería lícito. En España la realidad es que cuando los de derechas ganan, necesitan un tiempo para creerlo.

Un tiempo que discurre de manera paralela, y que se cuantifica de forma parecida, por no decir idéntica, al que necesitamos los integrantes de la Izquierda, a la hora de diseñar no tanto esquemas, como sí respuestas a la consabida pregunta de ¿por qué hemos vuelto a perder?

Retrotrayéndonos nuevamente, y de nuevo no demasiado en el tiempo, podemos traer a colación la maravillosa cita de SCHILLER: “¿Qué es la mayoría, la mayoría es a menudo poco más que la expresión de un absurdo que pasa por negar la comprensión inequívoca de que la inteligencia ha sido siempre patrimonio de unos pocos.”
Enlazando de manera para nada efímera, y sin duda me atrevo a decir que dependiendo de la misma, podemos pues entonces ubicar a SCHILLER dentro del espectro de pensamiento que llevó a ARISTÓTELES a afirmar, dentro de sus maravillosas aportaciones a la Teoría Social en general, y a la correcta composición de las ciudades en particular, hablamos pues del Libro IV de La Política: “...que así como es bien sabido que la actitud verdaderamente virtuosa del individuo pasa por elegir no lo que es bueno para sí, sino lo que beneficia al común; lo cierto es que no podemos esperar ni que todos sean virtuosos, ni, por supuesto, que todos los que lo sean se encuentren en lícita consideración para ser escuchados. Es por ello que resulta imprescindible la confección de un orden (…) y así como será correcta la POLIS cuyas murallas puedan ser dominadas en su absoluta totalidad por un individuo postrado en el edificio más alto de la misma, será así una POLIS correctamente gobernada cuando contenga entre sus elegidos a los más virtuosos de la misma.”

Ahora entiendo pues, las más que correctas, sabias palabras de Soraya SÁENZ DE SANTAMARÍA: “Los españoles nos han dotado de una amplia mayoría absoluta para que gobernemos en pos de restablecer el orden dentro del caos que otros nos dejaron.”
¡Cómo no, la consabida herencia

Y es así como, retomando el que venía a suponer el hilo argumental desde  el que hemos trazado nuestras disquisiciones de hoy, que venimos nuevamente a consolidar, casi de manera inconsciente en este caso, no ya solo la certeza tantas y tantas veces consolidada en base a la cual las mayorías absolutas son las dictaduras de las democracias, a lo que ya añado “con  más intensidad si cabe cuando las ostenta la Derecha Cavernaria.”

Una Derecha que evoluciona, sí, pero que lo hace de manera similar a como lo hacen las manadas de lobos una vez han comprobado que la ausencia de comida en los territorios que constituyen sus comederos naturales, los obliga inexorablemente a abandonar sus dominios, descendiendo con ello hasta parajes en los que corre el peligro de encontrarse con el Hombre. Es entonces, al albor de tales y novedosas expectativas, que el grupo pasa de tal a manada, y de ahí a caterva. Con todas las consecuencias que semejante hecho puede sin duda llevar aparejados.

No me resisto a citar a SÓFOCLES, no tanto para dejar constancia de mi falta de originalidad, como sí más bien para darme el serio gustazo de dejar muestra palmaria a todos aquéllos que sienten la tentación de pensar que efectivamente están haciendo algo nuevo, en realidad tal sensación no procede sino de otra nueva e ilusoria muestra de su ingenuidad.

Y ahora, sin comer ni beber, ese hombre está sentado inmóvil entre las reses muertas por su espada. Es evidente que algo maligno maquina.”
Ayanté; SÓFOCLES.

Hacer algo nuevo, ser capaz de poner algo nuevo bajo el sol, requiere de unas consideraciones éticas y morales que no es que no sean propias, es que les son totalmente inalcanzables.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.