miércoles, 25 de enero de 2012

DE CUANDO LOS ENEMIGOS DE MIS ENEMIGOS SE CONVIERTEN EN MIS AMIGOS…



O para ser más preciso, de lo que ocurre cuando salir a atajar una patochada se convierte en una cuestión de principios, aunque ello suponga implícitamente acudir en defensa de quien a priori se encontraba en las filas propias de aquél del que procede la calamidad.

Dicho en Román Paladino, cómo tiene que estar el sembrado, para que yo me vea rompiendo una lanza en pos de la Sra. Vicepresidenta Primera, y a la sazón única, del actual Gobierno. Y es que, como dice Ulises, “…pocas cosas unen como lo hace la pena por la Patria dejada, el dolor de la injuria insatisfecha, y el afecto que proporciona reconocer con el otro al enemigo común…”

Complicada labor, una vez más, la que se nos plantea cuando intentamos dotar de carta de credibilidad, en el terreno del aquí y del ahora, a las palabras con las que la Iglesia Católica nos deslumbra, categorizando a los mortales mediante la interpretación de una serie de principios los cuales, en contra de lo que suele ser común en la mayoría de las cosas, el paso del Tiempo no hace sino aportar más oscuridad y tinieblas; a la par que la acción de aquéllos que en principio están dotados de la capacidad específica para hacerlos más asequibles, no conciben sino un aumento específico de su nivel de encriptación.

Cuando el Sr. Obispo de Valladolid daba la nota en la mañana de hoy, cuestionando la valía de la elección de Dª Soraya SÁENZ DE SANTAMARÍA como persona encargada de pronunciar el tradicional Pregón de la Semana Santa de Valladolid, se metía en un sembrado del que, a nadie le quepa duda, era perfecto conocedor. Es más, yo me atrevería a decir que el ignoto conoce parajes del mismo que son desconocidos incluso para los verdaderos propietarios del mencionado sembrado.
Para hacer del todo comprensible la metáfora, suficiente con poner de manifiesto que el pregón como tal, se enmarca no en los actos específicos de la Semana Santa vallisoletana; hecho qué, de haber sido así, dotaría al Sr. Obispo cuando menos de la potestad para equivocarse. Mas de nuevo, la realidad es otra, siendo el pregón como tal, uno de los actos laicos, el cual adquiere, por así decirlo, rango de complementariedad en tanto que aportación a la celebración mística, procedente desde el orden político y social propio de la dimensión que el fenómeno alcanza.

Dicho lo cual, parece evidente que el objetivo del religioso no era sino, una vez más, intentar deslumbrar a propios y extraños añadiendo oscurantismo al efecto por el cual a la Sagrada Institución tanto le interesa mantener difusos los límites en los que discurre la relación entre lo Sacro y lo Profano en un país como el nuestro.

Sin embargo, por una vez me atrevo a decir que el canónigo no ha medido bien el disparo. Así, si bien el blanco es claro, y perfectamente elegido, tal vez en esta ocasión la cantidad de pólvora con la que se ha cargado el arma supera la necesaria. Así, lo ruidoso de la detonación, y lo brillante del fogonazo, se haya visto lamentablemente superado por el alcance de los perdigones.

A estas alturas de la película, decir que la Sra. Soraya es mucha Sra. Soraya, puede no significar mucho. Sin embargo, a lo mejor la apreciación gana en certeza si decimos que, indudablemente por sus manos han necesariamente de pasar asuntos como la aprobación de los más de 150 millones de Euros anuales que a la Iglesia Católica le corresponden en tanto que proporción fijada por la parte de cesión que del IRPF los españoles consignan cuando hacen la x en cierta casilla de su Declaración de la Renta.

Y si bien éste es un asunto subjetivo, manejable tan sólo desde la subjetividad de la persona, y propio del terreno de la opinión, no es menos cierto que a otros asuntos, estos de carácter eminentemente más científicos, habrá de enfrentarse éste Gobierno.
Así, una vez más, algunos haremos de nuevo oír nuestras reclamaciones en torno a la condición un tanto abstracta de reclamar las consecuencias que definitivamente habrán de derivarse el día que alcancemos la mayoría de edad como Estado, y asumamos entre otras las consecuencias de haber definido a España como un País Aconfesional. Cierto es que llegados a este punto, muchos se arrepientan de haber perdido el tiempo dedicado a la lectura de éstas líneas, tal vez se habían preocupado en exceso. Recuperemos entonces su atención. Participará activamente la Sra. Vicepresidenta de la toma de decisiones propia, o cuando menos del debate que sin duda habrá de ser iniciado cuando, una vez más reclamemos el cumplimiento de esa Ley que lleva más de treinta años latente, y que reclama la autofinanciación rigurosa de las instituciones religiosas, incluida la Iglesia Católica.

La verdad es que, y esto lo digo sin el menor asomo de ironía, resulta muy lamentable que sacrifiques gran parte de tu vida en la comisión de cuantos esfuerzos te han sido requeridos en pos de ser la mejor en lo que haces, para que al final, un elemento relevante en aquello que representas, se atreva a hacer un juicio tan lapidario por algo en principio baladí a la par que evidentemente insustancial, en tanto que perteneciente a una esfera que para nada es propia del escenario público al que te debes.
Sin duda, algo propio y casi exclusivo de España.
Los mismos o parecidos calificativos que podemos discernir de cara a lo que está sucediendo con el culebrón Garzón.

Una vez que la Cortina de Humo ha pasado a ser Cortina Rasgada, ya por fin se echan las últimas cartas, y las asociaciones Manos Limpias y Dignidad para España sientan al Juez en el Banquillo de los Acusados acusado de prevaricación, a saber, por haberse atribuido a sabiendas competencias que le eran impropias para juzgar los que en genérico denominaremos Crímenes del Franquismo.
Y digo que los que le sientan son esas dos asociaciones porque, el Juez responsable no encuentra causa. El Fiscal no hace acusación, es más, pide abiertamente la retirada de cargos y la nulidad del procedimiento; a la par que en la exposición preliminar hace una furibunda acusación, supuestamente bien fundamentada, en base a la cual el Juez Instructor del caso que dirigió la investigación contra Garzón, ejecutó una instrucción viciada, llena de acciones intolerables, y viciada por la burda parcialidad de los autos.
Vamos, un lujo de acto, del que habremos de sentirnos orgullosos.

Como sin duda habremos de sentirnos orgullosos de cosas como la imagen que damos en todo el mundo.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 18 de enero de 2012

DE LA JUSTICIA IMPLÍCITA EN EL TIEMPO.


Cierto es que, por más que el asunto resultase de todas todas “jugoso”, no se encontraba entre mis prioridades la de escribir nada en relación directa con la muerte del Sr. FRAGA. No es menos cierto que, dado lo marcado de los considerandos ideológicos que denotarían cualquier título que por mi parte tuviese a bien dedicarle, despertaría rápidamente entre nuestros críticos una furibunda crítica, basada ésta, seguramente con precisión certera, en la aparente incapacidad demostrada para hacer Justicia por parte de aquellos que seguimos pensando que es, por otro lado de lo más injusto, que precisamente el mismo día en que algunos se sientan en el banquillo de los acusados por pretender arrojar un poco de luz sobre los crímenes del franquismo; precisamente uno de los secuaces de aquélla época haya conseguido irse tranquilamente a la tumba, en este caso afortunadamente por su propio pie.

A pesar de todo, no, no iba a disponer carnaza sobre la mesa de ofrendas para que los defensores de la verdadera tradición histórica pudieran desarrollar esa trabajada batería de consideraciones epistemológicas destinadas a enturbiar lo obvio. Ya sabéis, comentarios tales como que el golpe de estado de 1936 no sólo estaba justificado, sino que abiertamente era imprescindible. A propósito, el finado jamás disculpó aquélla acción, más bien la jaleó desde la distancia.

A pesar de todo no, no entraba en mis planes dedicarle ni un instante.

Sin embargo, hay cosas que en sí mismas merecen una respuesta, o más concretamente cosas qué, de permanecer impasible ante ellas, te hacen cómplice.

Vivimos en un país de papanatas. Semejante condición de la que afortunadamente nos avergonzamos, siendo éste el primer paso para curarnos. Así, es lamentable como hemos de comprobar día tras día que aquél viejo vicio, en su momento curado acudiendo a las socorridas plañideras, se ve hoy en día acrecentado de manera insospechada. Me refiero a esa extraña manía que en éste país tenemos de verlo todo blanco, o negro. En términos individuales, un comportamiento así sería rápida y necesariamente tildado como de infantil, o abiertamente inmaduro. Sin embargo, parece que aplicar semejantes apelativos a una sociedad, y más concretamente a un país, supone un paso atrás, como si negarse a reconocer un hecho por negativo que éste sea, supusiera algo más que un retroceso en la necesaria mejoría al respecto.
Ante semejante situación, se hace imprescindible la adopción de medidas mitigadoras de la lamentable situación a la que la cascada de declaraciones vertidas en los últimos días nos ha abocado. Así, burdo es tener que escuchar afirmaciones del tipo de que Manuel FRAGA IRIBARNE era un Político afable. Cierto es que el uso de algunos adjetivos debería de ser más comedido, por la necesaria adopción de la norma de que hay que, en la medida de lo posible, evitar insultar a aquéllos que ya no pueden defenderse por sí mismos plantando cara, por ejemplo a los que fueron sus ejecutores. En cualquier caso resulta igualmente inconsistente hacerle ahora culpable de todos los males de una época que, éste país continua haciendo votos, unos más que otros todo hay que decirlo, pase ya a una consideración estrictamente histórica.



Y como los pueblos acaban por tener una cita con la Historia, la cual por otro lado acaba por convertirse en su juicio, resulta especialmente sangrante que en esta fecha coincida también el hecho por el que el Juez Baltasar GARZÓN se sienta en el banquillo de los acusados.

La acusación de prevaricación administrativa constituye a todos los efectos la más terrible de cuantas un dispensador de administración pública puede verse obligado a asumir. Semejante afirmación, adquiere tintes de máximo dramatismo si el que la asume es un Juez. En ese momento, y por circunstancias evidentes sin que sea necesario aguardar al veredicto de culpabilidad, el drama al que la sociedad ha de enfrentarse supera a cuantos podamos imaginarnos en tanto que lo que se pone en tela de juicio es la condición de Justicia del país en sí mismo.
Por eso, llegados a semejante extremo, el deterioro al que se somete a todas las instituciones del Estado es tal que, no sería exagerado llegar a afirmar que, una vez todo haya acabado, convendría verdaderamente, por propia salud darle una vuelta completa al Sistema, en pos de la necesaria búsqueda de puntos de debilidad.

Sin embargo, lo que en un primer momento apuntaba al sonrojo se torna en verdadera y justificada ira cuando comprobamos como unos desaprensivos se permiten el lujo de someter a semejante stress a las Instituciones Estatales tan sólo por mantener intacto el renombre de unos hechos de los que ya la actualidad no se ocupa, y a los que la Historia se niega ya a prestar parapeto. Me refiero a que, llevar a la cárcel al Juez GARZÓN por tratar de pedir explicaciones sobre la vergüenza histórica que supone analizar la chapuza militar del 17 de julio de 1936, y sus consecuencias subsiguientes, entre las que podemos reseñar brevemente cuarenta años de dictadura; a ser posible antes de que ya nadie pueda responder por ello; constituye nada más que el añadido de otra ocasión miserable a la Historia Reciente de nuestra España. Una afrenta más a su seriedad, y un nuevo y no por ello menos insultante cuestionamiento de su madurez.

Y para más INRI coincidiendo con la muerte de uno de los que nunca reconoció como indebidos, cuestionables, o solamente incorrectos, semejantes acontecimientos.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

jueves, 12 de enero de 2012

DE CUANDO LA ESTULTICIA ES LA JUSTIFICACIÓN DE LOS DESMANES.


En la diferencia entre Ciencia y Creencia es, en este caso la misma circunstancia en la que, aparentemente se encuentra la justificación al maltrato al que sus dirigentes, o por ser más precisos su insigne Presidente, están sometiendo a sus ciudadanos. Al menos en una cosa decía la verdad cuando no hace mucho, esto es durante la Campaña Electoral, afirmó que él no haría distinciones de trato entre aquellos españoles que le votaron, y los que evidentemente no lo hicimos. Nos está tratando a todos de imbéciles por igual.

No se trata ya sólo de que haya faltado ostentosamente a la promesa según la cual “...subir los impuestos no entraba en sus planes...” Se trata más bien de lo insultante de lo expuesto por la Sra Vicepresidenta en el transcurso de su última rueda de prensa con motivo del Consejo de Ministros, según la cual “...(el hecho de que el Sr. Presidente no hubiera comparecido) se debía a un mero tratamiento de economía de procedimiento...”
Sin entrar a valorar cómo sienta el hecho de que en Berlín sepan antes que en España cuáles van a ser las medidas a adoptar, en tanto que tan sólo interesa la valoración que allí se haga; lo normal es que, sin entrar tan siquiera a valorar el efecto que esto tiene en la valoración de la clase política, la mayoría nos sintamos insultados en tanto que seguimos considerando que por ser los receptores de esas políticas, tenemos pleno derecho a estar completamente informados de las mismas en todo momento.

Y precisamente ahí puede radicar la desazón que a la actual clase política le lleva a no plantear en sus justos términos la cadena de medidas a adoptar. Asta hace unos pocos días, y así lo planteamos en su momento, una de las causas que parecía justificar esta actitud, pasaba por aceptar que los políticos no podían asumir el hecho de que la población en general podía encontrarse hoy lo suficientemente armada como para plantearse abiertamente la posibilidad de enfrentarse con sus propios medios a la situación. Este nuevo horizonte partiría de la ecuación según la cual el soporte cultural de que disponemos se constituiría en sí mismo como elemento suficiente para dotar a la población de conocimientos que actuarían como medios a la hora de afrontar las decisiones políticas, asumiendo además de manera democrática y moralmente correcta, las consecuencias que de tales acciones se observaran. Esto, en sí mismo, y sin entrar en demasiados considerandos, conllevaría la desaparición, si no la reestructuración de la Política y de su categoría tal y como la conocemos.

Por más que esto sea lo suficientemente desagradable en tanto que tal, una nueva realidad se muestra ante nosotros con todo su esplendor, haciendo además en sí misma buena la teoría de que a menudo, “...el excesivo brillo de la verdad nos impide acercarnos a ella sin deslumbrarnos.” Me refiero al hecho de que, a lo mejor, y sólo por dar una idea, resulta que a base de no preguntar los políticos han logrado convencerse a sí mismos de que dada la evidente estulticia de los administrados, los cuales ni tan siquiera somos capaces de entender el valor de aquello que en realidad necesitamos, necesitamos abiertamente de la excelsa participación de la clase dirigente la cual, acudirá de nuevo presta al rescate una vez hayamos saldado la eterna deuda de gratitud que para con ellos hemos contraído.

Sólo así se entiende el hecho de que a nadie se le haya pasado por la cabeza la posibilidad de plantearse, aunque sea vagamente si una mayoría razonable de españoles estamos dispuestos no ya sólo a los sacrificios que se nos exigen, sino que yendo un poco más allá, podríamos encontrarnos con la sorpresa de que muchos no estemos dispuesto a sacrificios...para esto que ellos quieren. Porque, llegados a este punto, ¿Alguien puede decirnos seriamente para qué quieren nuestro esfuerzo?

La manida respuesta de que esto es lo mejor para nosotros, que ahora adopta la forma de que “...sólo así seremos capaces de salir de la Crisis, aunque vosotros todavía no seáis capaces de verlo...” aparte de poner de nuevo de manifiesto lo que hoy constituye el tema central de nuestra exposición, no hace sino marcar la relevancia que empieza a tomar una circunstancia que algunos llevamos ya varios años planteando seriamente. Si evidentemente todos queremos salir de la Crisis, no será que en realidad el lado por el que cada una de las dos facciones quiera hacerlo sí puede en realidad tener mucha más importancia de la que nos hemos atrevido a darle.
La cuestión es obvia, y supone volver a plantear una de las últimas cosas con sentido que el ex-presidente Zapatero dijo: “...así que nadie se despiste, no será lo mismo salir de la Crisis por la Derecha, que hacerlo por la Izquierda....” Dada la aparente habilidad demostrada por los teóricos de la antipolítica, según los cuales hoy por hoy Izquierda y Derecha vendrían a ser lo mismo, algunos afirmamos que nada más lejos de la realidad. Precisamente de las decisiones que se tomen en estos casos, y más concretamente del Prisma Ideológico que resulte vencedor, podremos hablar no ya de una solución adecuada o no a la Crisis, sino más bien de una solución cuando menos duradera.

Lo que vengo hoy a plantear es, en resumidas cuentas, que no podemos caer en el todo vale. Somos responsables no ya sólo de las medidas que tomemos, también lo somos de aquéllas que justifiquemos se tomen bajo nuestra autoridad cedida, de manera que se da la paradoja de que ahora, en los tiempos que corren nosotros hemos de ser los que nos responsabilicemos de los actos de nuestra Clase Política, contraviniendo con ello los más lógicos principios en los que se sustenta la Teoría de la Transferencia de Poderes que se sitúa a la base de nuestros principios ¿democráticos?
Hace no muchas calendas, provoqué, consciente o inconscientemente, algunos desasosiegos cuando especifiqué que “…la Democracia es tan sólo un método aceptado en pos del cual autorregulamos nuestra conducta de cara a aquellos con los que compartimos Espacio y Tiempo. Se equivocan los que adjudican a la Democracia en si misma, el valor propio y las atribuciones de un Elemento Moral.” Traduciendo la máxima, queda claro que un comportamiento no aparece revestido del ornato propio de la bondad moral, tan sólo por venir avalado por un comportamiento armónico con las prebendas morales del momento.

Y es precisamente la aparición de la variables Tiempo, en forma precisamente de lo vinculante que resulta ese ahora, la que se muestra ante nosotros como actor indiscutible. El nuevo Tiempo requiere de nuevas variables. Hemos de enfrentarnos a problemas viejos, con soluciones nuevas. Sin embargo, el exceso de novedad puede pillar a algunos a contrapié, tal y como ocurre cuando ves a la Derecha Liberal haciendo equilibrismo en la cuerda floja, de cara a justificar planteamientos que atacan de plano a la base de su ideario.

Y surge aquí la pregunta decisiva. ¿Están preparados para cargar con las consecuencias y los sacrificios qué, indudablemente habrán de hacer en el terreno conceptual, sin perder por el camino aspectos fundamentales? En una palabra, la traición a los propios ideales se paga, con hemorragias de votos, y con dramas epistemológicos.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

miércoles, 4 de enero de 2012

DE LA DEFINITIVA RENDICIÓN DE LA POLÍTICA.


En estos Tiempos de Voracidad Histórica, en los que los instantes tienen el valor de decenios, y en los que la Realidad fluye ante nuestros ojos con la abulia propia del reo que es conducido hacia el final de su suerte, es cuando, paradójicamente, tal vez con más fuerza se haga imperioso recomendar el análisis exhaustivo de los acontecimientos que a nuestro alrededor se desarrollan.

El Tiempo de analizar acontecimientos nimios en tanto que banales por lo superficial, tales como asuntos de trajes, comisiones ilegales, y otras lindezas sobre las cuales ni aquí ni ahora pienso extenderme, ya pasó. Y desgraciadamente lo ha hecho de manera demasiado rápida, tal y como se desprende del escaso calado que ha tenido entre la clase votante.

No se trata tan sólo de que la población haya sido incapaz de aliviarse mediante el uso del sufragio de una caterva política cuya supervivencia en el poder sólo puede comprenderse aplicando para el análisis pautas propias de otra época hoy afortunadamente extinta. Se trata más bien de someter a consideración las consecuencias de dar a semejante estructura ideológica el poder casi absoluto, que se desprende de la cesión que ante ellos y sus diversos representantes se ha hecho de la práctica totalidad de las estructuras que para gobernarse se dio nuestra Sociedad.

El concepto según el cual La mayoría absoluta es la forma que la dictadura alcanza en el ejercicio de la democracia, ha sido brutalmente superada en tanto que el escrutinio de votos no sólo ha dotado de plenos poderes a la Derecha representada por el Partido Popular, es que lo ha hecho además en todas aquéllas instituciones gubernamentales en las que concurría.

No hemos digerido todavía el contenido de la jugosa rueda de prensa del pasado 30 de diciembre, en la que la Sra Vicepresidenta del Gobierno nos expuso de manera tan didáctica no sólo el desarrollo de las medidas extraordinarias, sino también, o incluso dedicándole más tiempo al relato de las causas de las que tales medidas proceden; cuando ya tenemos al boyante nuevo Ministro de Economía resarciéndonos con la amenaza fantasma que se deriva de ver a estos señores convocar Consejo de Ministros Extraordinario para el jueves. ¿Será en éste en el que se aborden de manera real las consecuencias de adoptar las medidas a las que han hecho referencia todas y cada una de las estructuras que, al respecto del tema tienen algo que decir?

Que nadie se despiste. No se trata de hacer sangre de la mentira. Ya saben, la que se desprende entre otras de escuchar al Sr. MONTORO decir que subir los impuestos no sólo no resolvería el problema, sino que abiertamente lo agudizaría en tanto que reduciría el Consumo, ralentizando el crecimiento. La Hemeroteca es, junto a los micrófonos mal cerrados, el peor enemigo de la Política actual.

Sin embargo, si la mentira es mala, la cobardía disfrazada de ambivalencia lo es todavía más. Así, algunos todavía estamos haciendo malabarismos a la hora de encuadrar en su justo lugar el ejercicio de prestidigitación en el que los SRs. MINISTROS DE ECONOMIA Y DE HACIENDA hubieron envolver el brindis al sol que hicieron el pasado viernes, momento en el que, con España parada, completamente pendiente de ellos, estos señores, una vez más, fueron incapaces de cumplir con sus obligaciones.

Una vez que han conseguido uno de sus mayores objetivos, que no es otro que el de adulterar la Política, destituyendo de la misma a la Responsabilidad, y descabezando todo comportamiento ideológico, haciendo universal la convicción actual de que la defensa de valores propios de la izquierda o de la derecha hoy por hoy no vale nada, en tanto que ambas son iguales al no poder dar una respuesta válida a la salida de la Crisis, nos encontramos con esa nueva regla no escrita según la cual la Socialdemocracia constituye el paraguas bajo el cual todo el mundo puede refugiarse por igual. Ya sabéis, un socialdemócrata es aquél que abiertamente comulga con el ideario romántico de la izquierda, si bien de cara a la gestión de sus capitales es el mayor de los conservadores.

Mas llegados a este punto, convendría ya empezar a preguntarse el porqué de que el actual Gobierno haga lo que hace; o mejor aún, interrogarse sobre el cómo lo hace.
Viene a decir un antiguo aforismo castellano que la espada, una vez hincada, hace menos doloroso su recorrido, cuando más presto y certero es su estocada. Traducida al Román-Paladinos, la cuestión bien podría ser: “Si ostenta todo el Poder, y lo haces por mandato democrático con una mayoría casi indecente, ¿Qué es lo que te detiene a la hora de tomar las medidas que te son propias, en base a cuya ideología has sido conducido a La Moncloa.”
He de confesar que hasta la mañana de ayer me tenían profundamente conmocionado. Se puede ganar un Gobierno desarrollando una Campaña Electoral en absoluto silencio pero…¿Se puede gobernar un país siguiendo los mismo principios? Sin embargo, escuchar al Sr FERNÁNDEZ Vicepresidente de la Patronal de Empresarios de España cuestionar tales medidas por blandas, llegando a afirmar que a este Gobierno no le debe temblar la mano de cara a adoptar esas medidas para las cuales ha sido elegido; ciertamente que me iluminan un poquito el camino de la interpretación.
El Gobierno del Partido Popular ha renunciado expresamente a gobernar, o al menos lo ha hecho en la forma en la que la Política tradicional nos tenía acostumbrados. La puesta en práctica de planes parciales, como los en definitiva asumidos por el Primer Consejo de Ministros de la era Rajoy, junto a la más que manifiesta falta de otras medidas por otro lado por todo el mundo esperadas, lo que hubiera reducido enormemente las contraprestaciones manifestadas por el Común, no hacen sino ayudar a alumbrar la firme convicción de que éste Gobierno, al menos tal y como se nos ha presentado, ha nacido con fecha de caducidad.

Una vez que las medias tornas desarrolladas pongan de manifiesto su poder, el simulacro de Gobierno con el que nos han entretenido, anunciará su absoluta incapacidad para gobernar (ahí tenemos ya a las plañideras diciendo que el déficit, por cierto en gran parte debido a la gestión de las Comunidades Autónomas por ellos presididas, hace imposible la adopción de medidas disuasorias como las esperadas.) Cederá el testigo a una incipiente tecnocracia, a muchos de cuyos miembros los habríamos encontrado sin duda en el cóctel que D. Emilio celebró el pasado día de Nochebuena. Y utilizará el rodillo de su mayoría absoluta para investir y legitimar las decisiones de aquéllos que, no lo olvidemos, jamás formaron parte de unas Listas Electorales, ni, por supuesto soñaron nunca con ganar unas Elecciones Generales.

Como un antiguo pagaré, se le adjudica un plazo no superior a noventa días.

Y como aperitivo categórico, las declaraciones del SR. De GUINDOS pronosticando, o sentenciando, el final del estado del bienestar. ¿Se le ocurre a alguien una manera mejor de justificar la adopción de “medidas extraordinarias”? De ser así, se agradecerá cualquier tipo de mediación, de verdad.

En definitiva, extraigan por favor sus propias conclusiones.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.