
“No hay que perder la ocasión”, es la opinión de unos. “Que el enemigo se debilite siempre es bueno”, dicen otros. Sin embargo, el mero hecho de que en este caso los dos Partidos Mayoritarios guarden primero un clamoroso silencio que no por grande es suficiente para ocultar todo su desprecio para lanzarse luego, cada uno a su manera, a una alocada carrera en pos de lograr una posición lo más ventajosa posible. Sinceramente, la situación lo merece. No todos los días uno asiste al histórico espectáculo que proporciona el ver como el común de los mortales, como lo han titulado unos, o la chusma como prefieren denominarlo otros, toma primero conciencia de su posición, para pasar luego abiertamente a la acción, que en este caso no es otra que la de recuperar el terreno perdido tras una elección incorrecta, aquella mediante la cual entregamos a gente inmisericorde nuestros derechos, nuestras libertades, para ver luego como estas y muchas otras de las cosas que tanto esfuerzo y sufrimiento han costado, sucumbían bajo la innoble perversión de hechos tales como
“Primero ignóralos para que pasen desapercibidos. Luego insúltalos para que sean devorados. Llegado a este momento, si no has sido capaz de destruirlos, tal vez es porque seas tú quien merezca perecer.” Este bien podría ser el resumen de lo acontecido, al menos desde el prisma de
Estafa, ese es el concepto. Hastío, aburrimiento, desidia, negligencia…hartazgo. Esas son las palabras en las que se traduce. Todas son igual de válidas, todas son igual de certeras, porque tal vez todas sirvan para iniciar la convicción emocional que proporciona la inercia que garantiza el éxito en forma de continuidad de este movimiento más allá del próximo domingo. Porque de lo que a estas alturas ya no puede quedar duda alguna, es de que el movimiento se ha tornado en revolución.
Revolución conceptual, porque se ha atrevido a retomar el estudio cuando no la definición de conceptos que por manidos y supuestamente conocidos por todos, habían embarrancado en el terreno de
Y la prueba de que el hecho es real, hemos de buscarla en el exterior, concretamente en las reacciones que está provocando en aquellos que a priori son los receptores del mensaje, los Partidos Políticos.
El Partido que gobierna, se siente amenazado, qué duda cabe. Intentar obviar el hecho de que lo que ocurre es consecuencia de una forma de gobernar artificial, esto es, gobernar de espaldas a aquellos a los que se gobierna, no parece de ninguna manera una forma inteligente de hacerlo. Por ello, una vez asumido el peligro, actúan. Y lo hacen con toda la contundencia de la que son capaces. Para ello, no dudan en poner en marcha la maquinaria de la que están dotados, que va desde las medidas de coacción, hasta la intimidación directa a través de las Fuerzas de Orden Público. Pero se olvidan de un hecho a la sazón fundamental, todos estos recursos tienen su razón de ser en la defensa de los Derechos de aquellos a los que ahora amenazan. Esta situación, de neurosis gestora, solo puede acabar de una manera, con el calcetín vuelto del revés.
El Partido que aspira a gobernar, se siente igualmente amenazado. Y todo ello desde la convicción de que por más vueltas que le den al asunto, por más modistas que pongan a trabajar en pos de lograr vestir de lagarterana su posición respecto de esta nueva realidad, al final sólo una cosa quedará clara: ellos tampoco parecen ser la opción que canalice las más que apetecibles demandas que empiezan a surgir a modo de “decálogo“ en torno al cual estructurar el que habrá de acabar siendo Código que vertebre el nuevo Sistema que surgirá cuando todos comprendan que esto no es un movimiento antisistema. Este es el primer paso de la convicción generalizada de que un nuevo sistema no es solo posible, sino que es incluso deseable.
En la medida en que ese conjunto de objetivos sea viable, esto es, no exija a priori demasiado sacrificio ideológico para aquellos que lo firmen, y que sea el Sentido Común el guía de su redacción, pocos serán los que puedan resistirse al mismo. Una vez dado ese paso, la supervivencia del movimiento no sólo será una realidad, se transformará en una absoluta certeza.
Y mientras el Gobierno “capea el temporal”, liberándose de parte de sus obligaciones obligando a
La inercia ya es mucha. Un movimiento lo es cuando tiene en sí la convicción de que habrá de parar. Es Revolución cuando se retroalimenta. Y la inercia en este caso procede de una única certeza, el cambio es necesario, el cambio está aquí.
Luis Jonás VEGAS
mayo de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario