
Resulta evidente, que las fiebres y los calores propios del mes de julio, deben de tener necesariamente alguna clase de influencia en la mentalidad de aquellos que, bien por aprendices de brujo, o simplemente por constituirse en salvadores de la patria, deciden sobre la obra, vida y milagros, de aquellos sus coetáneos que desgraciadamente para ellos comparten tiempo, cuando no ubicación geográfica.
Europa nació siendo un proyecto económico ( no en vano Carlos fue nombrado Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico a golpes de los Kilos de oro que se cargaron desde las Cortes,) sin embargo, hubo de ser a través de Felipe II, probablemente el gobernante que, a pesar del tiempo transcurrido, mejor ha sabido comprender la valía del proyecto europeo. Fueron en este caso los problemas de intransigencia religiosa, ubicados de nuevo en Alemania, si bien con la participación de por las todavía entonces colonias de Países Bajos, con la crisis de los hugonotes, los que desestabilizarían Europa. Si bien, la rápida e incuestionable reacción del monarca en pos de garantizar la valía y la vigencia del proyecto, no dejó lugar a dudas sobre el proceder que se debía seguir al respecto, ni en aquél lejano pasado, ni en potenciales futuribles. Y de nuevo para ello fue imprescindible dar un toque de atención a Alemania, y de paso regalar un cogotazo a Inglaterra y a Francia, que tomaron cumplida nota por aquello del aviso a navegantes.
Y por eso hoy, observamos con el desasosiego del abochornado, y con la congoja del que ya no tiene ganas de más, el espectáculo por el que se subastan el proyecto europeo.
Que Europa renaciera al presente a través de una acuerdo comercial, aquél vetusto Benelux con el que Bélgica, Holanda y Luxemburgo jugaban a cicerones, fue algo impresentable. Y por impresentable no podía hacer sino empeorar con aquella reunión la que dio paso al Pacto de Roma, que aparentemente saldaba todas las deudas, incluidas la futuras.
Acciones como esta devolvieron la esperanza de que el proyecto Europa recuperase en algún momento su transfondo social, ese que nunca debió perder; sin embargo, maniobras como las de Maastricht, y más concretamente el marcado giro hacia la exclusividad económica, pronto nos hicieron comprender que la teoría europea había sido pervertida para siempre.
Y así estamos hoy. Narcotizados, sodomizados. Sumergidos en una vorágine de autocastigo, en la que el exceso de culpa, nos hunde en la miseria del pavor. Nuestro horizonte de sucesos se estrecha peligrosamente, impidiéndonos ver más allá de dos palmos, que es en realidad la distancia desde la que están llevando a cabo sus cambalaches aquellos que, una vez más se reparten los despojos del cadáver que ellos han ayudado a matar.
Porque eso es lo que han hecho, unos, y otros. Desde el FMI, hasta el BCE, pasando qué duda cabe por la Cancillería del Reich, (huy, perdón, de
Y mientras, Estados Unidos de América. ¿Alguien puede decirme si el que fuera el último dinosaurio del planeta era consciente de que tras él, sólo quedaba la extinción? De lo que no me cabe duda es de que con la más que pronta caída de EE.UU. se cierra de manera definitiva una manera de hacer política, una manera de comprender el mundo. Europa, paladín del Capitalismo, entrega
En definitiva, el cambio prometido ya está aquí. Como en el cuento de la vieja y la cebolla, que cada cual vaya haciendo recuento de sus acciones, porque el Capital ha sido sentado en el banquillo, y su juicio se acerca y es inminente, a pesar de todo, eso es algo que me produce profunda satisfacción.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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