Porque a estas alturas, sin aforismo, y por supuesto sin
pasión (la poca que nos quedaba ha sido reciclada en forma de energía con la
que llegar no a fin de la Legislatura, sino simplemente a fin de mes); lo
cierto es que eso es precisamente lo mejor, o quién sabe si lo menos dañino, de
cuando puede derivarse de la comprobación de que, efectivamente, hoy se cumplen
dos años del triunfo electoral alcanzado no tanto por el Partido Popular, como
sí por Mariano RAJOY.
Y es que a la hora de valorar no tanto lo mejor, sino
sencillamente lo menos dañino, lo cierto es que a estas alturas, el Tiempo, en
su acepción conceptual, es lo único sobre lo que ni el propio Mariano RAJOY ha
podido mentir. Así, los segundos siguen conformando minutos si se acumulan en
segmentos de sesenta, y los domingos siguen siendo festivos aunque, ¡digo
verdad, no se aturullen!, ha de pactar entre otros con la propia Conferencia
Episcopal, la manera de fumarse todas
las jornadas propensas a ser consideradas como puentes. Aunque bien mirado no me parece ni mal, así quitamos
facilidades a todos esos desagradecidos que,
lejos de pedir explicaciones en pos de hacer
el esfuerzo de entender a un Gobierno que lleva a cabo reformas, no lo
olvidemos por nuestro propio bien, ¡se suicidan!, incrementando con ello sin
duda el sufrimiento de aquéllos que, al día siguiente se verán obligados a
revisar, por ejemplo, los convenios laborales, o las pensiones, ligadas ahora
no lo olvidemos a complejos cálculos de productividad.
Pero no pretendo yo, o al menos hasta hace unos instantes no
formaba parte de mi plan fundamental, el reducir a una mera cuestión cronológica algo que el NO-DO,
sin duda, podría sistematizar de una manera mucho más profesional, sin duda
porque la coincidencia de contexto está servida.
Caer en semejante abstracción, supondría sin duda hacerle el
juego sucio a un Gobierno que precisamente ha tenido que acudir a la
deshumanización, para hacer no tanto creíble, como sí al menos potable, una sucesión de medidas, a cada
cual más dramática en las que el denominador común no pasaba tanto por ser medidas
confeccionadas en defensa propia, como
sí al hecho de constituir un permanente a la par que desenfrenado ataque contra
todo bicho viviente (hecha la salvedad de
entes tales como Sáenz’s de Santamaría’s; Cospedal’es y entes similares.)
Mas una vez concitadas, que no por ello clasificadas
semejantes acepciones, lo cierto es que igualmente una vez abandonado el
terreno del cinismo, hecho éste al
que procedo no por no sentirme cómodo, sino porque sin duda en el mismo otros
como el Portavoz del Partido Popular en el Congreso me ganan (cuando por
ejemplo dice que algunos se acuerdan de sus padres enterrados en las cunetas,
cuando se enteran de que por ello dan subvenciones), lo cierto es que mi
respeto al tiempo, no al del Partido Popular, sino al de todos los que
consideran óptimo invertirlo en leer esto, me lleva en cualquier caso a pasar
unos instantes al rigor.
¡Dos años de gobierno del Partido Popular! Dos años de la,
no lo olvidemos, Derecha Cavernaria. Dos
años de gobierno de la que, no lo olvidemos, aparece categorizada, sin duda en
correspondencia a la serie de arduos esfuerzos desarrollados en tal dirección,
como la Derecha más profunda, reaccionaria, cerrada y quién sabe si cerril, de
todo el espectro europeo.
Una Derecha profundamente
ideologizada, que no ha dudado ni un solo instante en emplear lo más
preciado que tenemos, que no son los millones de euros, no, que vuelve a ser lo
de antes, sí, el Tiempo; para poner patas arriba no uno, ni dos, sino la
práctica totalidad de lo que hasta hace quince meses seguían considerándose Derechos Básicos, cuando no
fundamentales.
Una Derecha que de nuevo en un tiempo récord, se ha cargado
la denominada Clase Media, en lo que
en contra de lo que pueda parecer no constituye sino el giro definitivo en pos
de la defensa no tanto de alguna teoría económica, pues a estas alturas no
existe ni una sola que pueda argumentar en pos de semejante acción, como sí por
el contrario de la que constituye la pata
fundamental de la mesa sobre la que quiere asentar su definitivo retorno al
poder, y que indefectiblemente pasa por constatar que, efectivamente, el
Partido Popular no desea dos Españas aunque
eso no signifique necesariamente que no desee dos tipos de españoles. Por un
lado, los que justifican sus desmanes; por otro, los que jamás les votaremos.
Ahondando en el esfuerzo de buscar tesituras objetivas que
puedan cimentar no tanto la línea de
gobierno presentada por el PP, como sí al menos hacerlas pasar por
concebibles por mentes sobre las que no resulte imprescindible hacer caer la
sospecha de la esquizofrenia, cuando no de la abierta psicopatía, lo cierto es
que solo echando mano del gran alisador
de miserias en el que se ha convertido la denostada crisis, podemos hacer
una lectura no vinculada a la depravación, una vez hecha la media entre todas
las decisiones que por otro lado han conformado la manera de concebir la acción
y efecto de gobernar, por parte del Partido Popular.
Hago mención expresa de la sucesión de conceptos “acción y
efecto de” porque deseo dejar constancia expresa de mi ingenuidad cuando una
vez más me centro en el disparate que para algunos puede suponer el llegar a
pensar que, efectivamente, los actos traen consecuencias, máxime cuando estamos
hablando de gobernar.
Constituye la de gobernar,
una acción magnífica donde las
haya toda vez que sobre la misma convergen adjetivos, sustantivos y demás
rasgos tanto léxicos como gramaticales, unidos todos ellos por la concepción
básica de que la misma tiene toda su carga de significado en el hecho de que se
hace, irrefutablemente, para todos. Digo esto porque cuando las ya
reiteradas Sáenz’s de Santamaría’s;
Cospedal’es y entes similares, se empeñan en repetirnos el mantra (o quién sabe si sainete) en base al cual “ellos están cumpliendo un mandato dado por
los españoles de forma clara y contundente por medio de una Mayoría Absoluta
clara lograda en las urnas) no es ya tanto que resulte aburrido, como que
en realidad están logrando la cuadratura
del círculo, al lograr el más difícil todavía abocándonos a tener que
deslegitimar un hecho acontecido por medio de una Mayoría Absoluta,
obligándonos por otra parte a traer a colación la máxima, en este caso
constatada según la cual las Mayorías
Absolutas no son sino el recordatorio de la Tiranía que de vez en cuando se permiten las Democracias.
Considero aquí y ahora decir que veo llegado el momento y el
lugar de decir que no cuestiono, ni nunca lo haré, ni los procedimientos de los
que la Democracia se vale, ni por supuesto los resultados a los que mediante el
correcto tratamiento de los mismos se lleguen. Sin embargo, y a colación de
algunas de las conclusiones que se extraen del libro de memorias del otro gran
dirigente, a la sazón quién sabe si el único, D. José María AZNAR, a tenor
de las cuales tenemos perlas como las que pasan por afirmar que sucesos como los del 11M poco o nada tienen
que ver con la entrada de España en la “Guerra de Irak”, lo cierto es que
verdaderamente me creo en derecho no tanto de cuestionar a la Democracia en
tanto que concepto, como sí en tanto que del uso que de la misma hacemos en
España.
No estoy con ello diciendo, aunque cierto es que sí lo
pienso, (y en tanto que no aprueben la nueva Ley de Seguridad tal hecho, el de
pensar, no es todavía constitutivo de delito); que verdaderamente me resulta
imposible de comprender el grado de pensamiento complejo en el que se halla
sumido alguien instantes antes de decidir la emisión de su voto en pos de los
sectores conservadores, radicales o reaccionarios (todos ellos agrupados en
este país bajo las siglas del Partido Popular). Como en el caso de tantas otras
cosas, tales como la tenencia de Fe, o de sentido común, bien puede ser que semejante gracia me sea por y para
siempre vedada.
Mas en cualquier caso, y lejos de perder mi tiempo en lo que
no tengo, o peor aún en lo que no sé, lo cierto es que me he propuesto trabajar
de manera activa por lo que sí que sé.
Sé fehacientemente que no pueden volver a ganar. Y lo sé
porque esos cerca de tres millones de votos correspondientes a advenedizos que, o bien se pasaron al lado oscuro, o bien se
quedaron en su casa a votar; en este caso recuperarán la noción, y con ello
retornarán a sus orígenes, unos orígenes, no lo olvidemos, ideológicos.
Porque ahí es donde si se me permite la expresión, se encuentra la madre del cordero. Sí,
de nuevo en la Ideología. Una Ideología perfectamente conocida si no por todos,
sí por una amplia mayoría de los españoles los cuales, una vez caída la venda formada por pretextos
tales como herencias, déficits y otras
zarandajas, han comprobado de la manera más dolorosa esto es, a través de
sufrir en carne propia los recortes reales en calidad de vida en los que se
traduce de manera directa la implementación de la Política desarrollada por los
que vinieron a salvar a España, que
así, no.
Sencillamente porque ¿qué sentido tiene salvar a España, si
para ello hay que llevarse por delante
inexorable a la mayoría de los españoles?
Desde esta certeza, un mensaje de esperanza: ¡Ánimo, como
mucho, solo pueden quedar dos años!
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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