Una
de las formas de definir el espíritu propio que acompaña siempre a todo español
que se precie es, en este caso, aplicable al estado general de las cosas que reina en Europa. Acordamos bien, pero acordamos tarde, al más
puro estilo “quijotesco”.
La
situación que para España, o más concretamente para el Partido Popular, se
plantea una vez analizados los resultados electorales de Andalucía guarda, en
lo concerniente a los aspectos estructurales, muchos paralelismos con lo que la
victoria de Hollande ha supuesto para
Europa, o, en pos de salvar la simetría
física del razonamiento, para Alemania.
Vivimos
tiempos complejos. Sin embargo, uno de los motivos fundamentales que apoyan de
manera inefable la apariencia de esa complejidad, pasa por el bochornoso esperpento conceptual en el que nos
hallamos inmersos de cara, entre otras cosas, a atrevernos a llamar a las cosas por su nombre.
La
actual situación de crisis tiene su origen, como ocurre necesariamente en estos
casos, en el choque que se suscita al enfrentar procedimientos específicos
contrarios a la resolución de lo que, en apariencia, era el resultado propio
del devenir de los acontecimientos. Hasta aquí, nada sospechoso, ni nada que
resulte inconveniente. Sin embargo,
quedarnos ahí supondría afrontar la definición del problema atendiendo tan sólo
a la mitad del problema ya que, seguir negando la por otro lado innegable carga ideológica que separa, de manera
radical a los dos modelos que se manifiestan cono vinculantes de cara a
plantear la salida de la crisis, supondría postergar una vez más la, por
otro lado cada vez más innegable confrontación que, más pronto que tarde, habrá
de desencadenarse entre ambos movimientos.
En
términos de exposición, y superando el hecho procedimental que se dio en 1789,
y que desde entonces define tanto como separa a las derechas de las izquierdas, podemos decir que la crisis ha
tenido, como uno de los resultados colaterales más importantes, la virtud de
arrebatar el velo a la
derecha. Y lo ha hecho no sólo en este país, sino que, en
base a la tan otrosí tan traída y llevada globalización,
la labor de poner fin a la mascarada,
ha tenido repercusiones europeas.
La
dialéctica en otros tiempos exclusivamente conceptual, resumida en el dilema derecha Vs izquierda, se encuentra hoy
por hoy más que nunca, dotada plenamente de contenido. Recortes o ampliación de
políticas públicas. Suspensión de Servicios, o aumento de la inversión pública
(aún a riesgo de aumentar con ello la Deuda Pública ). Supresión del Estado del
Bienestar, o recuperación por el Pueblo de las condiciones que bajo las
premisas de la acción representativa les
fueron otorgadas a los políticos. En una palabra, apuesta denodada por las mal llamadas políticas de austeridad, o
compromiso firme y decidido con las políticas de crecimiento.
“Sabemos lo que hay que hacer, y
estamos dispuestos a hacerlo, aun a sabiendas del coste que ello tendrá para
nosotros.” Esa frase, ya convertida
en consigna por el Presidente del Partido Popular, y a la sazón Presidente
del Gobierno, encierra en sí misma e ilustra a las mil maravillas la sinrazón
en la que nos encontramos inmersos. Una sinrazón que por otro lado se
desarrolla de manera magistral siguiendo un guión que tiene como objetivo
último la desnaturalización del
Procedimiento Político, arrebatando al ciudadano todas y cada una de las
herramientas con las que se ha ido dotando.
Lo
que vengo a decir es que nada de lo que está ocurriendo es casual. Todo
responde a la ejecución de un plan
perfectamente consolidado que tiene como objetivos, al menos en su fase
inicial, la destrucción completa de la llamada Clase
Media. Los en
otro tiempo burgueses, han acaparado
no ya sólo demasiada riqueza, haciendo disminuir peligrosamente la distancia
que les separaba de la Clase Alta , los Nobles, y haciendo peligrar el
imprescindible gradiente económico, creador
por otra lado de las condiciones que facultaban la circulación de capitales, baluarte intrínseco del Capitalismo. En
un ejercicio de osadía imperdonable, los Media
Class han osado pensar que podían llegar por sí mismos a optar a la cuota de Poder reservada a los Nobles de Rancio Abolengo, sin tener que
pasar por el altar para ello; haciendo
así peligrar los pilares básicos que sustentan este ya, por otro lado,
moribundo sistema.
Atacar
el Sistema, conlleva saber que éste tiene recursos más que suficientes para, o
bien reconstruirse, o bien crear otro semejante, que se active en otro momento,
o bien lo haga en otro lugar. Tiempo y Espacio, las dos variables que mejor
maneja Alemania.
Decir
que la genética alemana lleva
implícita la destrucción de Europa, supone afirmar un razonamiento capaz de
salvar, al menos de primeras dadas, todos los intentos de echarlo abajo si estos intentos se encuentran fundamentados en la pueril convicción de que hay cosas que no se
deben decir, aunque se piensen. Y en el caso de que algún hipócrita decida todavía poyarse en las melindres del buen gusto, puedo recordarle
que a lo largo ésta primera semana de mayo, se conmemoran todos y cada uno de
los acontecimientos históricos que tienen a Alemania, a Europa, y a las dos
grandes guerras como protagonistas. Desde la Firma del Tratado de Versalles, hasta la Rendición de Alemania, y el
fin de la IIª Guerra Mundial. A propósito, si se les recordara que todavía
les queda un montón de dinero que compensar, en materia de Daños de Guerra, entre otros a Grecia, tal vez la actitud chabacana
con la que se mueve la
Señora Canciller , bien pudiera ser otra.
Mas
perdernos en lo efímero del Tiempo, por más que las efemérides sean muy
golosas, no supone sino dar un poco o nada merecido descanso al rival. Por el
contrario, ya va siendo hora de que planteemos las cosas en los debidos
términos. La Supremacía Alemana , como concepto, es algo para cuya
consecución poco se puede hacer en pos de aumentar los valores de la propia Alemania.
Convendremos entonces que la forma de conseguirlo pasa por
debilitar uno a uno al resto de países miembros. Y vaya si lo están haciendo.
Para
lograrlo, la estrategia referida ha
de ser, inminentemente global. Ha de atacar, de manera conjunta, los cuatro pilares sobre los que se apoya hoy por hoy
todo Sistema. Hay que hacer un ataque integral, y a gran escala, contra la
Economía, éste provocará inmediatos cambios en la Sociedad, lo que traerá
inevitables cambios en Política, que se verán luego autentificados en el Tiempo
mediante la implementación de la verdad justificada, en el terreno de la Creencia. Y este es el guión que se está desarrollando, por otro
lado de manera muy eficaz.
Si
echamos la vista atrás, comprobaremos como en torno a 2007, año en el que
aparentemente comenzaron a hacerse visibles los polvos de los que vienen estos lodos, la opinión casi unánime
pasaba por considerar las causas de la crisis exclusivamente a circunstancias
implícitas en el terreno de lo económico. Por ello, las soluciones habían de
ser, aparentemente, económicas. Poco después, la terrible negligencia de
limitar de manera burda en base tan sólo a esos principios de la crisis, se
pagó permitiendo el salto cualitativo que supuso ver como ésta irrumpía en el
terreno de lo Social. Hoy, asistimos inmovilizados por el miedo, a la entrada
de esta, con plenos poderes, en el terreno de la Política Pura.
Asistimos,
sin pizca de compasión, al proceso por el que removemos gobiernos atendiendo tan sólo a criterios económicos. Sacrificamos
sin el menor recato ni pudor, estructuras en tiempos no muy lejanos,
consideradas inamovibles. Jaleamos el establecimiento de Tecnocracias, con el júbilo propiciatorio con el que el Tercer Estado saludaba a los vencedores
cuando cruzaban el Tíber, como condición
previa a convertirse en opresores. Y aunque no lo parezca, ese es el
ambiente que comienza a respirarse a nuestro derredor.
La
primera maniobra está casi finalizada. Consiste en separar a administración de administrados. Lo que
comenzó siendo una absoluta falta de respeto del pueblo hacia sus
representantes, recuerdo aquéllas encuestas en las que la clase política se había convertido en sí misma en un problema, ha
dado pie a un estado en el que los políticos, una vez investidos con el báculo conceptual de la mayoría absoluta, se
permiten el lujo de desoír a los que les ensalzaron con su voto, no sólo
incumpliendo el programa que les condujo a su posición, sino afirmando que lo
hacen, en pos del interés común.
Las
consecuencias de tamaña desdicha son evidentes. Si para ganar unas elecciones
hay que falsear abiertamente un programa, es porque aquéllos que por otro lado
no son sino los beneficiarios de la acción de gobierno son tan incompetentes,
que ya no son capaces ni de distinguir lo que es mejor para ellos. Así, no
somos capaces de ver la bondad a través de los recortes en Sanidad y Educación.
No entendemos que la austeridad nos
hará libres. No concebimos que se rescate a la entidad crediticia de Rodrigo
Rato con dinero Público, o, peor aún, que se declare Soberana, con todas las consecuencias que ello trae aparejado,
Deuda que por otro lado tiene nombres y apellidos.
En
definitiva, como todos nos hemos vuelto tan incapaces, que nadie se sorprenda
si dentro de poco se plantean en serio arrebatarnos el que se revela como último instrumento que nos queda para influir en la
actividad política. ¿os lo imagináis?
A
propósito, hoy, nueve de mayo, era el Día de Europa. Menuda ironía.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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