Busco y rebusco. Leo y releo, todo lo que cae en mis manos,
e incluso he de confesar que muchas otras cosas en cuya localización me afano.
Y todo para, una vez más, rendir tributo a la frustración, la cual se manifiesta
ante mí cuando tras no pocos desvelos, la realidad, contumaz, se impone:
Incluso hoy, no hay nada nuevo.
Nada nuevo en el
fondo, nada nuevo en las formas.
Me sumo así pues en la compleja cuando no ardua labor de
buscar algo novedoso, sometiendo primero
las cuestiones tácitas a las propias de la
Lógica, que me impulsan a albergar la esperanza de hallar la novedad, siquiera entre aquellos que,
junto a muchas otras cosas, se han apoderado de todo lo que consciente o inconscientemente “suene a nuevo”.
Pero al igual que ocurre a la hora de diferenciar al
artesano del creador, hacer, hacer, lo
que se dice hacer, son en realidad pocos los llamados a considerarlo. No en
vano la Historia, (entendida ésta como la obligación llamada a superar la mera
acción cronística de citar los albores propios de el paso del tiempo), hace tiempo que pusieron de manifiesto tamaña
definición afirmando lo complicado que
cada día resulta “poner nada nuevo bajo el sol”.
Convencidos pues con ello de que la primera obligación, sin
duda biselada en el cada vez más trasnochado formato de responsabilidad, pasa
inexorablemente por diferenciar de entre lo novedoso, aquello que solo se
presenta con el fin de reducir a carnaza todo
lo que siquiera de lejos pueda sonar a histórico,
(lo que sus detractores no dudarán en definir como de rancio); es por lo que una vez más hemos de sorprendernos viendo lo escaso del catálogo de novedades llamadas
a “pasar el corte”, a pesar de lo poco exigente de las cuestiones
destinadas a elaborar el filtro destinado a separar la paja del grano.
Es entonces cuando, una vez más, huyo del aparente
deslumbramiento. Compruebo una vez más una
de esas esencias llamadas a formar parte
de lo más profundo y que pasa por saber que la verdad no reside en las
formas ni en el fondo, sino en las profundidades de quien consciente o
inconscientemente la enarbola.
No digo con esto que halla dos verdades. Más bien al
contrario, lo que hago es poner de manifiesto la unicidad de ésta. Lo llamado a
ser variable es la calidad del mensaje
llamado a erigirse en precursor de la verdad. Mensaje que sí
depende de la calidad de las entrañas de aquel destinado a arrumbarse en
tenedor de la verdad.
Es por ello que la verdad es simple, no en vano siempre ha
sentido debilidad por los niños y por los borrachos. Entendiendo por simple algo más que lo llamado a ser lo
opuesto a complicado, tenemos que la verdad gusta de la brevedad, huyendo pues
de lo florido, cuando más de lo recargado.
Habrá pues más certeza de encontrar la verdad, siempre según
mi humilde opinión, entre las palabras que un
Maestro de Escuela pronuncia en su aula; que en medio de las disertaciones
que los Profesores de Universidad tienen
hoy por moda regalarnos, máxime cuando éstas se pronuncian en La Puerta del Sol.
Porque cuando un Maestro de Escuela acude por enésima vez a
“La Familia de Pascual Duarte”, lo
hace para poner de manifiesto la necesidad confesa de hallar en los clásicos no tanto la inspiración para explicar la calidad
que los mismos atesoran, que si más bien para reconocer que solo a través
de la lectura de los mismos tal calidad podrá ser reconocible.
Sin embargo, cuando determinados profesores necesitan
envolverse en citas de MARX, o en interpretaciones incluso mal traídas, digamos
por ejemplo de Kant; lo único que se pone de manifiesto es la estafa hacia la que una vez más se nos
conduce. Una estafa que como en tantas otras ocasiones se basa en proporcionar
respuestas caducas a preguntas que una vez más, como muestra de la evolución
del pueblo, amenazan con alcanzar el grado de eternas.
Si no, cómo entender afirmaciones del grado de las
pronunciadas recientemente por el Sr. Monedero, de las cuales se desprende la
incapacidad para identificar en la corriente progresista a nadie que no esté de acuerdo con las tesis por ello
defendidas. O en un carácter mucho más gráfico, dónde ubicar el rigor en el
formato elegido a la hora de plasmar la cuestión sometida a las bases de su
formación política en lo concerniente a la conveniencia o no de presentar una Moción de Censura.
Sea como fuere, una de las muestras de que lo contrario de nuevo no es antiguo, que sí
viejo; se encuentra en el hecho según el cual lo mueble envejece, lo inmueble,
como todo lo llamado a perdurar, convierte lo inexorable del paso del
tiempo en la mejor de las certezas llamadas a reflejar el respeto del que se hace acreedor lo llamado a perdurar.
Y es entonces cuando no ya la pregunta, que si más bien la
respuesta, me llena de terror. ¿De verdad es esto todo? ¿Acaso hemos de asumir
que de nada mejor somos dignos?
No tanto de la respuesta, que sí más bien de la calidad que
a través de la misma pueda sernos supuesta, dependerá el hecho que justifique o
no seguir luchando.
Todo lo demás será en definitiva, polvo y arena.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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