Hoy es el primer día en el que he de referir de forma
auténtica mi miedo. Tal manifiesto lo hago, no con la esperanza de buscar
consuelo (me revientan las plañideras), y
mucho menos con la de buscar partidarios, pues creo que todo aquél que practica
el seguidismo no hace sino poner de
manifiesto su incapacidad para tener ideas propias (y dios sabe que aborrezco a
los incapaces), puesto que creo que nos hacen perder demasiado tiempo.
No, el verdadero motivo de mi recelo, hay que buscarlo en el
contexto propio de nuestro aquí, y de nuestro ahora, o más concretamente en el
de ésta misma tarde. Asisto a la ponencia que nos regala una vieja amiga, y,
entre menciones a Don Quijano, y
certeros análisis que nos llevan a comparar con visión magistral los
paralelismo que describen la crisis del
Siglo XVI, la cual da lugar entre otras cosas a “El Lazarillo de Tormes”, con
los tiempos que hoy nos azotan, en los que de nuevo la picardía como atributo español parece nos llevará a dar con la
solución; terminan por conformar en mi persona la tétrica convicción de
que, en realidad, no habremos aprendido nada, ni tan siquiera cuando declaremos
llegado el momento de pensar, o de aceptar que nos den pensada, la convicción
de que hayamos salido de la puta crisis.
Porque, de seguir así, me atrevo a pensar que efectivamente,
jamás saldremos de la
crisis. O al menos jamás lo haremos en el aspecto conceptual
que la palabra encierra. Crisis en Griego es “cambio, revolución”, en cualquier
caso, habremos de aceptar la dicción como crecimiento.
El crecimiento constituye, en términos naturales, renovación, cambio y
perfeccionamiento. ¿Acaso existe algo más antagónico a tales preceptos que los
que pretenden interiorizar en nosotros los adalides
que se han puesto al frente?
Para los que necesiten alguna referencia más gráfica al
respecto, me vienen a la cabeza las palabras que la Sra.
Portavoz del Grupo
Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados, ha puesto en boca del
Sr. Cristóbal MONTORO, hoy con responsabilidades en el Gobierno de la Nación. Palabras
presuntamente pronunciadas en agosto de 2011, en el transcurso de las
negociaciones del sentido de un voto en
un momento en el que España hacía frente certero a una amenaza real de intervención:
¿Por qué no votáis en contra? Así caen, junto con España.
Luego la levantamos nosotros.
No creo en Dios, pese a lo cual creo poder hablar de las
creencias. No conocer el amor no me impide compartir la emoción de su
presencia. En la misma línea de razonamiento, no ser jurista no me impide
preguntarme cómo es posible qué, a estas alturas, nadie haya pedido
responsabilidades a este señor por tamaña canallada. Al contrario, siguiendo la
filosofía mal entendida del pícaro que
gastamos en España, le nombramos Ministro de Hacienda. Vamos, ponemos a la
zorra a vigilar las gallinas.
Y claro, la esparramina
no se hace esperar. Y al igual que en Francia tienen a Saint Dennis, Ministro, en este caso de Dios en la Tierra, el cual,
después de ser decapitado fue capaz de andar varios kilómetros, eso si con la
cabeza resguardada bajo el brazo, hasta Cherburgo,
donde una joven piadosa lo enterró, poniendo la primera piedra de la Basílica Gótica
por excelencia; con mucha menos pompa, y
sin ningún boato, en España, aquí, y ahora, llevamos una semana larga en la
que sólo presenciamos carreras de gallinas sin cabeza.
Hace aproximadamente un mes, el excelso Ministro de
Hacienda, se desmarcaba con unas declaraciones en base a las cuales “…el tejido
productivo español garantizaba la solvencia del país.” Certificada la sandez
desde sus propias filas, nos cuentan que acudieron al Anuario 2010 sobre repartos de productividad en España, nos sale de
nuevo al paso, en esta ocasión para asegurarnos “…que la posición de España es
firme en la medida en que no hay ningún problema a la hora de acudir a los
mercados para financiarnos.” Al día
siguiente, los gurús de los mercados interpretan
la gallardía, y disparan la Prima de Riesgo hasta los 549 puntos, y
ponen el Bono a 10 años al 6.6% de
interés.
Es entonces cuando la plenipotenciaria
Vicepresidenta del Gobierno toma el relevo, a la par que toma
un avión, y corre a Estados Unidos. Nos cuentan que no pegó ojo en todo el
viaje, recuperó del cajón de los apuntes
de la Carrera el diccionario del Collage, más que nada para “refrescar el
Inglés”. Y todo para llevarse la tremenda decepción de que la Sra LAGARDE ,
Presidenta del FMI, es francesa. A pesar de todo, Sáenz de Santamaría se trajo
sus dos minutos de gloria, y la
Sra LAGARDE se quedó con sus zapatos limpios como un jaspe. Así podrá competir con los de Ángela MÉRKELL, si
es que los de ella conservan el brillo.
Pero MONTORO es un hombre no sabemos si de principios, pero
lo que es seguro es de que es capaz de regatear
los finales, sólo así se explica su tremenda paciencia, la cual ha tenido
su recompensa al ser nombrado…¡Ministro de Hacienda! No obstante estamos
seguros de que el tampoco se creía tamaña mala suerte. Sólo así, desde la inquina, podemos entender
que ayer, precisamente cuando su amado
líder se da un baño de Masas en el
Senado, eso si en sesión exclusiva para los Srs. Senadores el PP; Cristóbal
vaya y suelte lo de “…así es cierto que España tiene complicado acudir a los mercados en busca de financiación.” ¡Con
un par! ¡Sí señor!
Y mientras, los palmeros, en este caso con SÁENZ DE BURUAGA
a la cabeza, corren hoy desaforados en pos de los nuevos brotes verdes, que ahora se llaman “primeros resultados apetecibles de
la política de reformas bien encaminada.” ¿Constituyen los penosos
resultados de la EPA, parte de esos resultados?
Señores, por qué no cuentan que en la “Reunión Informal
del G7” alguien dijo que era incapaz de decidir si en España éramos lo
suficientemente tontos como para no darnos cuenta de la situación en la que
estábamos, o si por el contrario es que éramos demasiado chulos como para
aceptarlo. Qué prefieren ”Demasiada Santidad y poco conocimiento. O el
conocimiento suficiente”
La cosa pinta mal. Y no ya porque a estas alturas alguien
dude de que estemos intervenidos de manera efectiva. Ahora es el tiempo el que
apremia, un tiempo que no tenemos, y que comienza a apremiar al propio Sr.
Presidente. Es muy probable que no se tome las uvas.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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