…Sino que incluso más bien, aparece
como la mayor precursora de los mismos. Es entonces, inexorablemente, cuando
cualquiera que se precie, y más si cabe un político en tanto que su función es,
y lo repetimos una vez más, netamente representativa, ha de considerar llegado
su momento de decir adiós. ¡Qué curioso! ¿Podrá ubicarse semejante razonamiento
a la base del cataclismo que hoy ha dinamitado la otrora “incuestionable estabilidad del Dogma Católico?
Es la Lógica del Poder, en realidad toda una suerte de procederes
encaminados en la mayoría de ocasiones a dotar de cierto viso de autoridad al esperpento que muchas veces se genera cuando
la labor de prestidigitación permanente a la que muchos han reducido la actual
labor política, no resulta suficiente en esa siempre ardua labor en la que se
convierte el necesitar convencer a los demás de toda una suerte de cosas en las
que en realidad, ni tan siquiera el agente inductor cree verdaderamente.
Se trata entonces de una cadena de
sortilegios. De una sinrazón cuyo espíritu realmente sólo resulta abarcable por
medio del ejercicio, del proceder. Por ello resulta determinante acudir a los
ejemplos, en pos de la simplicidad.
Puestos ya en situación, podríamos
entonces acudir al razonamiento en base al cual, formas de desenvolverse de
algunos de nuestros políticos, sobre todo de los que conforman nuestro
Gobierno, y sobre todo de cuantas se han desarrollado en los últimos días, son
sólo comprensibles desde el perfil por otro lado nada constructivo de que “ha
podido darles un tabardillo”, o por el contrario siendo menos rebuscados, o
dicho de manera más sutil, acudiendo a los principios de simplicidad recurrente
que G. de OCKHANM expone en su teoría filosófica; pueden explicarse mejor
aplicando precisamente los preconizados en la mencionada Lógica del
Poder.
Es por ejemplo la Lógica del Poder, la que permite a María
Dolores de COSPEDAL hacerse el monumental lío del que todos fuimos testigos en
el fallido intento de demostrar el
correcto proceder del Partido Popular en lo atinente a la gestión del despido
del Sr. Bárcenas; y a pesar de ello no verse obligada a dimitir (se vio que
aquí sólo se siente obligado a dimitir el Papa.)
Es, igualmente, la Lógica del Poder la que lleva a la Sra. Chacón a verse
envuelta en un magnífico embrollo propio
de aquél que pone una vela a Dios, y otra
al Diablo, y espera cínicamente a no quemarse.
Es con ello que la Lógica del Poder, integra todo el
catálogo de desmanes, sinrazones, atajos y desvaríos que en ocasiones componen
el corolario al que muchos de los miembros de nuestra Casta Política, acuden prestos cada vez que el Sentido Común, (con mucho el menos común de los sentidos,) no
resulta suficiente a la hora de justificar sus continuos menoscabos a la
integridad de la muchas veces afectada sin piedad Lógica Real, esto es, la que preconizaban los griegos hace dos mil
trescientos años.
Resulta así que, ciñéndonos con rigor a los
consabidos preceptos del Método
Hipotético-Deductivo, podremos sin mucho esfuerzos establecer los atavíos
que nos lleven a comprender que en la base de la actual desafección que existe
entre El Pueblo, y la Clase Política que
lo representa, bien puede hallarse cómodamente sentada no obstante precisamente
esa sinrazón a la que hoy dedico no ya el espacio de mis renglones, sino el
ineludible correr de mi tiempo.
Es así como los continuos zarandeos a los que se
somete a las antaño buenas costumbres democráticas, cada vez que el exabrupto
vituperante sustituye a la antaño genial muestra de retórica; acaba por
conformar un escenario en el que inexorablemente la Buena
Política ha de
retirarse no ya vencida a descansar, sino que más bien abochornada, resiste
agotada pero esperanzada el retorno de algún paladín que, tal y como lo hacían
aquellos oradores de antaño, hagan grande la Palabra, permitiendo con ello el
retorno de la Política.
Pero mientras esto ocurre, habemos de seguir
inexorablemente lastrados en un desierto moral en el que la ausencia absoluta
del menor presagio no ya de retórica o de oratoria, sino más bien de toda
capacidad argumentativa, nos arroja al desamparado escenario de ser plenamente
conscientes de que, a corto o medio plazo, nada habrá de cambiar.
Larga será sin duda la travesía del desierto. Larga y denodada, qué duda cabe. Por ello,
la ausencia de agua terminará dando por buena la ingesta de barro procedente no
ya de cualquier oasis, sino de cualquier ciénaga pantanosa. Así y sólo así se
explica que, salvando las distancias de la siempre respetable opinión, aún
resuenen en mis oídos las palabras del Sr. Francisco Marhuenda pintando las
glorias del Sr. Rajoy como parlamentario.
Es así como de manera absolutamente casual, casi
accidental, topamos con otra de las grandes características de la que es hoy
nuestra gran protagonista. La Lógica del
Poder no se halla necesariamente circunscrita en exclusiva a políticos. En
contra de lo que pueda parecer, y atendiendo igualmente a juegos imposibles de
comprender si no se dispone de claves que nos permitan descifrar embrollos
tales como los que se organizan cuando tratamos de comprender el porqué de que
ciertos directores de cabeceras diarias de
nuestro país se empeñen en defender casi hasta los comportamientos nihilistas,
el proceder casi suicida de Presidentes del Gobierno que aún hoy no tienen
claro que hace meses que abandonaron la bancada
de la oposición para estar hoy ya ¿finalmente? Sentados en los asientos de
responsabilidad.
Será que esperan heredar ¿Tal vez un puesto en el
B.O.E,.?
Y es así que llegados a este punto, declaraciones
como las llevadas a cabo por la Srta. Talegón en fechas pasadas, es curioso,
resulta ya aparentemente que ha transcurrido más de un siglo; que nos llevan
inexorablemente a comprender la necesidad de las mismas.
¿Tiene sentido, hoy por hoy, La Política tal y como
está concebida? ¿A quién y por qué beneficia el actual embrollo? ¿Tiene
solución el más que flagrante “abismo” que se abre hoy entre los políticos y el
pueblo al que representan?
Cuestiones como éstas, adquieren pues especial
relevancia no tanto en la medida en que puedan ser ahora sorprendentemente respondidas, tanto como por el propio hecho de
que su mera recuperación, nos lleva a replantear un escenario casi olvidado. Un
escenario mucho más real, en el que las viejas
cuestiones puedan ser recuperadas sin
censuras, en un ejercicio de positiva autocrítica
fruto de la cual podamos entre todos volver a considerar el hecho según el
cual el dar por hecho muchas cosas,
no ha traído sino un escenario ampliamente desalentador, por otro lado
ampliamente marcado por la abulia, la apatía y el franco hastío.
Es por ello que declaraciones como las efectuadas por
Beatriz Talegón, traen asociado un chorro
de aire fresco que más allá de garantizar el que se esté o no de acuerdo
con las mismas, convierte en certeza el
hecho de que algo no sólo puede cambiar, sino que literalmente habrá de
cambiar, no tanto en pos del sostenimiento de la actual manera de hacer
política, como realmente de convertirse en una de las escasas certezas que
permitan presagiar alguna clase de futuro a la propia Política.
Y como suele ocurrir con el guiso del buen chorizo (no, de Bárcenas no), en el picante está la
clave de su éxito. ¡Qué satisfacción provoca ver como las mencionadas palabras
han hecho pupa tanto a unos como a
otros! ¡Qué alegría comprobar que todavía transita sangre por las venas de
algunos de los argumentados!
Ya tan sólo nos queda comprobar que, de verdad, el
hecho de que las verdades del barquero afecten
tanto a la derecha como a la izquierda, nos
permita a través de la valentía de personas como Beatriz Talegón, recuperar la
confianza no tanto en los que desarrollan la labor política, como a la Política
en sí misma.
Por ello, gracias Beatriz.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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