Porque así, y solamente así, podemos
entender que a estas alturas no es ya que nadie se haya planteado dimitir. Es
más, se permiten la licencia de recomendar
categoría moral, exigiendo en este caso su aplicación a quienes, al menos
todavía, no son objeto real de sospechas firmemente aceptadas.
De todos modos, saber que nuestro
país es ya no de traca, sino marcadamente
de chirigota, era algo que realmente no necesitaba nada más que una acertada constatación oficial. Más que
nada, por revestirlo de cierto rigor. Y
si de paso podemos obtener algún tipo de inauguración, a la cual invitar a
algún miembro de postín que nos
cobre, cuando menos quince mil euros por su presencia, pues mejor que mejor porque…¿acaso no es cierto
que el Sr. RIVERA declara como “bolos” lo que no es en realidad sino su
presencia en fiestas de la trasnochada Marbella ?
Dicho esto, ocultando en vano mi
indignación tras un insufrible manto de ironía, el cual no es suficiente en
realidad para que cubra por completo mi indignación; me veo una vez más
obligado a reservar el último atisbo de lucidez que puede quedarle al día, para
promover activamente la puesta en marcha de los resortes que algún lugar puedan
quedar, y cuya misión no sea sino reactivar de la manera que sea las
conciencias y las voluntades de todos los que, de una manera u otra, integramos
esta Sociedad, por otro lado, la única beneficiaria, a la par que portadora, de
los parabienes constitucionales, o lo que es lo mismo, última tenedora del Poder,
del verdadero Poder.
Llegados, aunque sea tan pronto, a
tales extremos, en un momento en el que la excesivamente
mesurada acción elegida por el Sr. Pérez Rubalcaba para exigir la dimisión
del Sr Presidente, no despertaba en éste sino una bochornosa sonrisa de
¿incredulidad? Dando paso más tarde a una abominable consideración en torno a
los terrenos de la Moral. En el mismo día en el que la Sr. Mato , ¿cómo es
posible que todavía? Ministra del Gobierno Rajoy, llevaba a cabo en su propio
beneficio defensivo; la que no ha
supuesto sino una blasfemia ética al apropiarse, una vez más como
hace la Derecha Cavernaria , de logros que no les son propios
porque, evidentemente no encuentran identificación en el Código que les
conforma. Precisamente el mismo día en el que su exmarido, Sr. Sepúlveda, ése
mismo que hace algunos días no podía ser
despedido del Partido Popular porque, tal y como dice el Sr Alonso, Portavoz en
el Congreso, “La actual Ley
no permite despedir de manera procedente a alguien por el “mero hecho” de estar
imputado”, se negaba a declarar ante el Juez. El procedimiento elegido, aducir
que no había llegado el momento.
Pues de lo que yo sí estoy seguro ha
llegado el momento, es de decir ¡Basta ya! Pero de decirlo de manera alta, y
mejor si es clara. Sobre todo para que no puedan luego aducir desconocimiento.
Desconocimiento, Como el que una vez
más parece adueñarse de la persona y con ello de las palabras de alguien como
María Dolores de Cospedal la cual, en las últimas horas, y con un talante avieso,
superado tan sólo por el cinismo torero, nos
ha venido de nuevo a advertir que España es un país necesariamente
bipartidista. Un país en el que las cosas no sólo están bien políticamente,
sino que es imprescindible abogar porque se mantengan así en el futuro porque,
de promover los partidos políticos, el voto se “atomizará”, permitiendo el
surgimiento, como ya está pasando en otros países, de estructuras marcadamente
populistas, o lo que es peor, de algún general.
Ante semejante tesitura, dos
consideraciones. Primero por favor dediquen unos instantes a volver a leer otra
vez el párrafo anterior. Hecho lo cual, díganme si es o no ¡la caña de España!
Porque es llegados a este punto,
incluso sin advertir que tales palabras no proceden sino de la misma persona
que ya esta semana clamó, (afortunadamente
en el desierto) para que se castigara a quienes, con mayor o peor acierto se
manifestaron en este caso abiertamente en contra de lo que no son sino claros y manifiestos símbolos patrios, la
misma que hoy se atreve, no sé si conscientemente, poco menos que promover el
resurgimiento de la ya olvidada cuestión
militar.
Señora de Cospedal, ruego no me
considere demasiado osado si le digo que el exceso, en todo, es malo. Y si además se produce en boca de
alguien como usted que, no lo olvidemos, tiene verdaderas responsabilidades, se
convierte abiertamente en una imprudencia.
Imprudencia, vacuidad, en
definitiva, no son sino los términos cuyo afloramiento en nuestra realidad no
se produce sino de manera abiertamente natural, como símbolo tal vez del
manifiesto colapso de los elementos básicos que han soportado la que a todas
luces no es ya sino una de las mayores
muestras de ilusionismo a las que se ha enfrentado el mundo. Una muestra que en
este caso ha tenido a España como protagonista, y que ha consistido en hacernos
pasar durante casi cuarenta años por un país no ya sólo democrático, sino casi
escaparate de la Democracia.
El método elegido, uno en boga, y
realmente fructífero. El del empacho de
realidad creada, para que se me entienda, el utilizado por las empresas con
modelo piramidal, esto es, los intereses generados por los socios
viejos, servían para pagar los crecientes beneficios exigidos por los nuevos
integrantes.
Atendiendo a tal esquema, la gran
cantidad de lo que denominaremos intereses
morales que exigían cubrir comportamientos cuando menos sorprendentes en
términos democráticos tales como la Transición,
o la imposición de la Restauración Monárquica , se obtenían a base
de de la ingesta masiva de estupefacientes
tales como la Constitución, alcanzándose la cota máxima de los mismos al tener que permitir los promotores del
proyecto, el ascenso de la Izquierda a la Presidencia del Gobierno.
Desde semejante tesitura puedo
atreverme a decir que aquellos que aún no hayan dimitido, ¡perdón! Quiero decir
quienes no hayan dejado de leer, tan sólo pueden contarse como integrantes de
dos únicas realidades, la integrada por quienes me honran por denostar todo lo
que escribo, por considerarlo altamente
pernicioso; y la otra, la de los que me honran aún más al considerar mis
opiniones como dignas de ser tomadas en consideración.
Así, buscando algo que permita
aglutinar ambas facciones, me esfuerzo en rebuscar algo que, sin constituir
verdaderamente un tópico, bien pueda
por otra parte ayudar a atisbar un vano por el que buscar la luz, un bien por
otro lado tan necesario hoy por hoy.
En consecuencia, me retrotraigo
hacia merindades más acuciadas en otros tiempos, que por otra parte a su vez
parecen realmente lejanas, para trazar un rumbo no nuevo, sino en realidad casi
olvidado, a partir de certezas que proceden de la gestión, que no de la
manipulación, de pilares que ahora se
vuelven más necesarios que nunca. A saber, la comprensión en su justo y
merecido calibre de los usos y las consecuencias de entes tales como La
Economía, la Sociedad, La Política y cómo no, La Religión.
Es suficiente un ligero vistazo,
para poner de manifiesto el hecho según el cual, la transformación sufrida por
la Economía, antaño medio, y hoy abierto fin, sistematiza la catarsis regresiva que en realidad ha
experimentado nuestra Sociedad, que no hace por otro lado sino referir el grado
de perversión extrema en el que nos hayamos inmersos.
La Política, bien último y por ende
excelso. Uno de los grandes tributos que rinde el Hombre a la Razón, y por ende
uno de los más zarandeados en este
momento en el que los reyes se rebozan en la inmundicia, y los cerdos son
propuestos para la gobernación de los
reinos.
Todo ello como presagio del fin de
una Sociedad que ha renunciado a sus privilegios en tanto que ha renunciado al
orgullo de merecerlos en tanto que no es capaz de hacerse responsable de su
propia gestión, de su propia supervivencia la cual permanece inexorablemente
ligada a su capacidad para mantenerse erguida en este mar de miseria.
¿Qué nos queda? ¿La Religión? El
último resquicio de quietud, simbolizada ahora más que nunca en la certeza que
proporciona un dogma incuestionable, se resquebraja de manera increíble,
obligando a los que la comparten a comulgar
con ruedas de molino haciendo suyos
principios morales no hace tanto tiempo denostados en tanto que la observancia
de los contrarios en la persona en este caso de Juan Pablo II así lo hacían
necesario.
A propósito, tal día como hoy de
1633, la misma Iglesia
Católica ordenaba la detención de Galileo.
Sin duda, y ahora más que nunca, en realidad…se mueve.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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